Cristiano dijo la verdad: no ganar La Undécima sería un fracaso. Comprendo lo que, en el fondo, quieren decir aquellos que piensan que otro año en blanco no sería un desastre para el Real Madrid, pero... ¿cómo parcelar el éxito o el fracaso?... Trataré de explicarme: entiendo que Zidane, por ejemplo, haga la siguiente reflexión: "Cogí al equipo en enero y estaba hundido, ni los más optimistas del lugar podían soñar ni remotamente con que estuviéramos compitiendo con el Barça por la Liga hasta el último segundo del último minuto, y dentro de tres días vamos a jugar la final de la Champions... ¿Qué más se puede pedir?"... Frédéric Hermel, que es de largo el periodista deportivo que mejor lo conoce, me dijo ayer en El Chiringuito que Zizou jamás ha hecho esa reflexión, pero yo entendería que la hiciera para sus adentros.
Pase lo que pase el sábado, el tramo final de temporada, el que va de enero hasta mayo, reivindica al Zidane entrenador; cogió, efectivamente, al equipo perdido y sin rumbo, con los futbolistas idos; en enero, el noventa y nueve por ciento de los madridistas encuestados daban por amortizada la temporada... y ahora se encuentran ante la posibilidad de conquistar el título más prestigioso de clubes. Pero el éxito o el fracaso no se pueden parcelar, no se puede decir "ganó Zidane, perdió el Real Madrid", no se puede decir "bien el entrenador, mal el equipo". Cristiano, que lleva siete años ahí, dijo la verdad: si el Real Madrid no gana La Undécima será un fracaso. Y la pregunta tampoco puede ser "¿Qué habría pasado si la temporada la hubiera iniciado Zizou?"... Con Benítez, la fase de clasificación del Madrid en la Copa de Europa fue simplemente perfecta.
Zidane no finge, él piensa de verdad que si se pierde el sabado no será un fracaso. Me gusta el aire despreocupado del entrenador francés en las ruedas de prensa, como si el partido de dentro de tres días fuera uno más cuando no es así. Zizou está como un niño con zapatos nuevos y reviste de absoluta normalidad cada una de sus declaraciones o de sus actos. Desde el punto de vista exclusivo de los entrenadores de ambos equipos, Simeone, que lleva en el Atleti cinco años, se juega más que Zidane, que aterrizó en el Madrid en enero. El Cholo esconde los entrenamientos, convierte en un búnker la concentración colchonera y juega al despiste con Giménez y Savic; Zidane está feliz como una lombriz, transmite paz y, como me decía ayer Rocío Regidor, tiene cierto halo de santidad. Ojalá ascienda a los altares el 28 de mayo por la noche.