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El penúltimo raulista vivo

Simeone, el Real Madrid y la escuela del minuto 93

Es cierto que a veces el titular de una entrevista está sacado de contexto o no responde con exactitud al espíritu de lo que el protagonista ha querido decir, pero éste no es el caso de los titulares (porque han sido varios) que se extrajeron de la entrevista que Simeone volvió a conceder una vez más fuera de España, en esta ocasión al diario La Nación: "El Madrid no tiene una escuela definida", "El Barcelona tiene una escuela de juego; el Madrid, no" o "Hay equipos con una escuela definida: Ajax, Barça, Atleti... el Madrid no". Cualquiera de esos tres titulares recoge perfectamente lo que dijo Simeone y el hecho de que, a continuación, el entrenador del Atlético de Madrid añadiese "... porque alterna en base al talento sus distintas formas de presentarse", no varía un ápice el sentido de sus declaraciones, que no era otro que el de volver a faltarle al respeto al Real Madrid una vez más.

Lo primero que quiero decir es que todo eso de las escuelas, los estilos o el ADN no son más que martingalas de Simeone. Ya que el Cholo es el actual técnico colchonero, pongamos como ejemplo al club que él entrena, al Atlético de Madrid: ¿Juega el Atleti de Simeone a lo mismo que jugaba el de Luis o el de Javier Aguirre?... Pues no: el Atleti de Simeone se asemeja más al de Clemente, un equipo encerrado atrás y que trata de salir al contragolpe... aunque con una diferencia: el equipo que tenía Clemente carecía del talento que tiene el de Simeone, acusado incluso por muchos aficionados colchoneros de no evolucionar y de ofrecer más bien poco para los veinte millones de euros que cobra el técnico argentino y los más de cuatrocientos que tiene de presupuesto el club.

Podríamos decir que el talento del entrenador consistiría en saber aprovechar al máximo el talento que importa de verdad, el de sus futbolistas, para así tratar de jugar lo mejor posible al fútbol y ganar algún título de vez en cuando si hay ocasión; Simeone no ha conseguido nunca lo primero, y ello pese a haberse encontrado con el Atlético más potente de la historia desde el punto de vista económico, y sí lo segundo, aunque de un modo muy espaciado en el tiempo. Yo creo que con Gregorio Manzano, por poner otro ejemplo de un ex entrenador del Atleti, este equipo jugaría mejor al fútbol, pero es probable que Simeone no quiera salir de ese espacio de confort del que huyeron como gato del agua fría Arda Turan, Yannick Carrasco o, mucho más recientemente, Rodri. Tampoco pudo retener Simeone a Griezmann y veremos cuánto le aguanta Joao Félix, otro futbolista de clase.

Que nadie se confunda, yo reconozco lo que Simeone ha hecho en el Atleti, lo reconozco hasta el punto de considerarle el mejor entrenador de la historia colchonera; Pep Guardiola también es un entrenador magnífico y, al mismo tiempo, un antiespañol de libro y un demagogo de manual. El Cholo Simeone es un entrenador que le va como anillo al dedo al Atleti pero vende unas burras cojas y ciegas que ya sólo le compra el sector más fanatizado de la hinchada rojiblanca. A Simeone, el de la escuela y el del ADN, le pagan como al mejor pero resulta que luego su equipo aburre a las ovejas y la gente que paga religiosamente su entrada se va del Wanda sin ver fútbol, y eso con cuatrocientos millones de euros de presupuesto a su disposición.

Del mismo modo que Miguel Ángel Buonarroti era de la escuela de Miguel Ángel Buonarroti, el Real Madrid es de la escuela del Real Madrid. La asignatura que se imparte en el estadio Santiago Bernabéu lleva siendo la misma desde hace más de 60 años y consiste en ganar con y sin talento; el Real Madrid de los García, que no puede decirse que fuera precisamente el talentoso de la Quinta del Buitre, llegó a la final de la Copa de Europa y, de no ser porque Camacho enfocó mal, a punto estuvo de ganarla. El Real Madrid no entiende de ADN ni de estilo pero lucha hasta el final, lucha hasta el minuto 93, lucha más que el que más lucha y ese es un talento que va adherido al escudo, cosido a la camiseta y que se encuentra enraizado en el cesped de Valdebebas. Cuando cruzas la puerta de la Ciudad Deportiva del Real Madrid y le preguntas a algún miembro del equipo de limpieza cuál es su misión, te responde lo siguiente: "Yo trabajo para ganar la Copa de Europa". Así que la escuela de ese Real Madrid tan desorganizado que retrata el entrenador mejor pagado del mundo es la de ganarle a su equipo, que está muy escolarizado al parecer, dos finales de la Copa de Europa, una cuando Costa ya estaba festejando en Neptuno y otra con Bale tirando el penalti absolutamente cojo. Hasta el final, esa es la escuela del Real.

Que conste que a mí no me molesta que Simeone se meta tanto con el Real Madrid, ya he dicho en alguna que otra ocasión que su tirria hacia el equipo blanco proviene del hecho de que, aún deseándolo con todas sus fuerzas, Ramón Mendoza no le dejara vestir la camiseta blanca y eligiese a Fernando Redondo, un futbolista mucho más completo que él, en su lugar. De haberle dado vidilla en su día el Madrid, hoy el Cholo sería el primer merengue del mundo y no uno de los mayores emblemas colchoneros. El día que alguien del Real responda a Simeone me preocuparé sinceramente porque eso querrá decir que el Cholo ha empezado a ganar el partido extradeportivo y eso me disgustará. Por lo demás Simeone no es capaz de apartar de su memoria el cabezazo de Ramos, lo tiene ahí clavado entre la epiglotis y el esófago. Ese gol, como el "no" de Mendoza, marcará para siempre la trayectoria de Diego Simeone porque de la otra escuela, de la de La Undécima ni hablamos, ¿verdad?

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