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El penúltimo raulista vivo

Sigue cerrando la portezuela del Rolls Royce

A Ruud van Nistelrooy cabría aplicarle la misma frase que un buen día pronunció Geoffrey Green para referirse al centrocampista inglés Jimmy Greaves: "cuando deslizaba el balón hacia el gol era como si alguien cerrase la portezuela de un Rolls Royce". Todo encaja perfectamente en su sitio cuando marca el holandés y, observado con atención desde la grada, una vez resuelta la jugada te das cuenta de que era precisamente por allí o simplemente no era por ningún otro lado. La habilidad de Van Nistelrooy, un tipo que por lo demás mide cerca de un metro y noventa centímetros y en teoría no debería moverse con semejante precisión cerca del área, consiste en verlo todo claro desde abajo y en unos pocos segundos, encajando sobre la marcha las piezas de un puzzle que para el resto de los seres humanos sólo cobran sentido cuando puedes verlas revisadas varias veces en la repetición como sucede a veces con algunas jugadas polémicas.

Ruud cierra la portezuela del Rolls Royce sin hacer ruido, quedo, sigiloso, sordo, como si sólo él tuviera acceso a una zona especial del campo, una sala insonorizada y a la que tendrían restringido el paso los otros veintiún protagonistas del partido: desliza el balón y marca otro gol. Juraría que sus rivales y sus compañeros reaccionan tarde, y el árbitro señala con parsimonia el centro del terreno de juego hasta que efectivamente certifica que la pelota entró. Es justo reconocer que el fichaje de Van Nistelrooy, el delantero del que Alex Ferguson quiso prescindir y que sólo por eso está jugando en Madrid, se ha convertido probablemente en el mayor acierto de Mijatovic como director deportivo madridista. Nada más conocer la noticia de la contratación del delantero holandés, alguien que sabe mucho de fútbol me dijo que se iba a hinchar a marcar goles pero yo no le creí. Desafortunadamente, hoy no puedo colgarme la medalla de aquella inmensa mayoría que tenía absolutamente claro que esto iba a suceder.

Cuando Van Nistelrooy llegó al Real Madrid jamás me permití dudar de sus goles pasados con el PSV Eindhoven y sobre todo con el Manchester United, dudé de sus goles futuros con la camiseta merengue. En contra suya jugaban la edad (30 años) y un montón de éxitos pasados que di por hecho que ya no tendría demasiadas ganas de volver a reeditar en el futuro: me equivoqué de pleno. Pensé que Van Nistelrooy venía aquí para estirar como un chicle su apellido ilustre y que la próxima portezuela que cerraría sería la de un vetusto Seat 600, pero el chico del 1,88 sigue carburando tan bien como cuando empezó en el Den Bosch allá por 1993. Hay tanta tontería en el fútbol actual que supone una maravillosa sorpresa encontrarse con un tío serio y profesional. Prometo que en lo sucesivo no volveré a dudar de él ni aún en las peores circunstancias. Se lo ha ganado con creces.

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