Preguntado por la posibilidad de incorporar algún futbolista nuevo antes del cierre del mercado de verano que ahora es el de otoño, Zinedine Zidane ha respondido a la gallega con otra pregunta: "¿Y para qué queremos más si ya somos muchos?" Si por algo se ha caracterizado este Real Madrid es por su exitosa campaña de traspasos y de cesiones, adelgazando una plantilla en la que, efectivamente, había demasiados jugadores. Pero ahora ya no son tantos, la verdad, ahora son veinticinco. Veinticinco futbolistas para afrontar con cierta solvencia competitiva Liga y Champions. Aún así, el problema no es el número, ni siquiera la calidad, que en algunos casos puede ser cuestionable. El problema es con cuántos jugadores de esos veinticinco va a contar regularmente y de verdad, en serio, el entrenador: Lunin jugará poco; Militao saldrá y entrará dependiendo del estado físico de Ramos y de Varane; Nacho ya no cuenta para él; Marcelo cada vez menos; Odriozola se tuvo que ir cedido al Bayern porque no le gustaba; Valverde ha perdido pie en el equipo hasta el punto de que él mismo, en un arranque de sinceridad, ha dicho que no ha tenido el nivel que cabe exigírsele a un futbolista del Real Madrid; Isco se ha convertido en un futbolista de quita y pon, más de quita que de pon y probablemente por su culpa; de Jovic ya está casi todo dicho, como de Mariano, que es un expediente X de ascendencia dominicana, y Borja Mayoral ha caído ahí de rebote. Hoy decía José Félix Díaz que podían seguir los cuatro, Mariano, Mayoral, Jovic y, por supuesto, Benzema, sobre el que no existía ninguna duda. O sea que, según José Félix, podrían quedarse los tres, Mayoral, Mariano y Jovic. O dos. O uno. O ninguno. Podrían irse todos. Da cierta sensación de improvisación, ¿no? Si se quedan esos tres, más Rodrygo y Vinicius, vale, adelante. Si son sólo dos los que se quedan, pongamos por caso que Mariano y Borja, y sale Jovic, pues también muy bien. Ayer Edu Aguirre dijo que con quien sí contaba era con Mayoral. Pero si se van todos tampoco da la sensación de que vaya a preocuparle demasiado a Zidane.
Probablemente el problema resida en saber a qué y cómo quiere jugar el técnico francés. ¿Quiere hacerlo como contra la Real Sociedad? ¿O como lo hizo contra el Betis? ¿Con jugadores de banda o con un media punta por detrás del delantero? Y cuando regresen Asensio y, sobre todo, Hazard, ¿cómo y a qué jugará Zidane, con qué dibujo? ¿O el dibujo ya no importa? En realidad, si nos paramos a pensarlo un instante, tampoco son tantos futbolistas: si Lunin va a jugar muy de vez en cuando, Militao entrará cuando se lesionen Ramos o Varane, Nacho no cuenta para él, Marcelo cada vez menos, Odriozola nunca le ha gustado, Valverde ha perdido protagonismo, Isco lo mismo y Borja Mayoral, Mariano y Jovic no son de su agrado, nos estamos quedando con una plantilla de quince jugadores para dos competiciones relevantes, la Liga y la Champions, y otras menos importantes, como la Copa, pero en las que el Real Madrid está obligado a competir. Casi son más técnicos que jugadores, quince por siete, la mitad. Porque están el propio Zinedine Zidane, David Bettoni, el amigo Hamidou, Grégory Dupont, Roberto Vázquez, Javi Mallo y José Carlos Parrales. Si hacemos la cuenta, casi tocan a medio entrenador por cada futbolista hábil para Zinedine Zidane. Porque, eso sí, Zidane cuenta con todos. Cuenta con Nacho, con Odriozola, con Mayoral, con Mariano... Yo creo que si hoy le hubieran preguntado por Bale y por James, Zidane también habría dicho que cuenta con ellos. Cuenta con los veinticinco pero, aparentemente, sólo le sirven quince y quince parecen pocos... aunque él diga que ya son muchos.
La sensación que a uno le queda es la de que Zidane va a competir con los mismos. Los mismos de siempre. Los mismos que provocaron su salida porque él ya no podía motivarlos. Más o menos los mismos con los que acaba de ganar la Liga más rara de los últimos cien años. O sea, Courtois, Carvajal, Ramos, Varane, Mendy y, de vez en cuando, Marcelo; Kroos, Casemiro, Modric y algún rato Odegaard, con Asensio e Isco de vez en cuando; y arriba Benzema y Hazard, cuando se recupere. Y que ahí, y me refiero a la delantera, irá salpimentando al francés y al belga un día con Rodrygo, otro con Vini, quién sabe si le caerá algún trozo de la tarta a Jovic o a Mayoral, a Mariano, con quien también cuenta, no le tocará ni la guinda... Es una gestión surrealista y, sin embargo, inatacable porque, hoy por hoy, Zidane viene de ganar dos títulos nacionales mientras que Barcelona o Atlético de Madrid, que han empezado muy bien, se han quedado en blanco. Son muchos para él porque da la impresión de que a Zidane le sobran los cambios y no es que no quiera cinco, no, es que no necesita ninguno. Si por él fuera pondría siempre a los mismos once. Sucede que a veces hay lesionados o sancionados y eso supone un engorro para él. Y otras veces lo cambia todo, como si nos estuviera escuchando a los periodistas y esperara a hacer la convocatoria para llevarnos la contraria. Mientras tanto Zidane es feliz en Zidanilandia e incluso se permite bromear (o al menos eso ha parecido) con Hazard diciendo que ha tenido un problema gordo. Bendito Zizou, qué suerte tiene. Siempre nos quedará Muebles La Oca.