Si por algo encajó Mourinho desde el primer día como un guante en el actual Real Madrid es precisamente porque tardó medio segundo de reloj en meterse en los zapatos de la afición merengue que lo que quiere es menos larala y más lerele. Y si, como ocurrió con su entrevista del otro día, el portugués critica la falta de "empatía funcional" es porque sabe perfectamente que no se podrá librar esta batalla deportiva con tanto fan de La casa de la pradera como hay en la vanguardia del club. Digo, y digo bien, que la pieza de Mourinho encaja a la perfección en el actual Real Madrid porque otra cosa debía ser trabajar en los años 30 ó 40 del siglo XX para el club cuando éste estaba virgen aún de tantos y tantos éxitos deportivos y huérfano por lo tanto de envidias y prejuicios; lo que necesita ahora el Madrid en su banquillo es un Ronin, y Mou indiscutiblemente lo es.
Últimamente viene sucediendo con el Sevilla de Del Nido que, en su afán lícito y normal por estar lo más arriba posible, utiliza arteramente para sus fines el buen nombre del Real Madrid porque debe ser que eso vende por aquellos lares. El más claro ejemplo de que el club hispalense no va a aprender ni a extraer lección alguna de lo que ha pasado antes y después del encuentro copero es la salida de pata de banco que ha tenido el consejero "Sopeor" hablando de la guerra civil. Y lo que yo creo es que con objeto de evitar que nada separe a Real Madrid y Sevilla lo mejor es que nada los una; lo que quiere el madridismo de a pie es que se declare de una vez por todas "club non grato" al equipo andaluz y que F.P. muestre también aquí esos dientes tan afilados que terminaron por convertirle en uno de los tiburones más temidos de las finanzas de nuestro país.
Porque, y esto que no salga por favor de este blog y que quede entre ustedes y yo, el Real Madrid no está puesto en este mundo para enseñar a nadie que no quiera aprender, y si "Sopeor" no es capaz de distinguir entre que unos desalmados griten "ea, ea, ea, Puerta se marea" desde la grada del estadio Vicente Calderón o que a él le pongan a parir cuatro ultras en el estadio Santiago Bernabéu y que el presidente del Sevilla (¡el presidente!) diga que acaba de ascender y subir el sueldo al provocador que puso en danza el vídeo del William Wallace de las 3.000 viviendas y que acabó con Iker Casillas noqueado por un botellazo, es que no merece la pena seguir teniendo relaciones con este Sevilla, quizás sí con otro cuando hayan cambiado sus actuales dirigentes. El miércoles no debería haber ya comida de directivas: que vengan comiditos de su casa.