Por supuesto que si por presupuesto fuera, el Real Madrid tendría que ganar todas las Ligas de aquí hasta 2030, pero ahí está el Hoffenheim para desmentirnos a todos: líder de la potente Bundesliga por delante de equipos clásicos como el Bayern de Munich, el Hamburgo o el Borussia de Dortmund. Si no hubiera espacio para la sorpresa y, parafraseando al gran filósofo Vujadin Boskov, el fútbol no fuera eso precisamente, fútbol, ni se llenarían todos los domingos los estadios, ni la gente pagaría por ver algo de lo que ya se conoce con antelación cómo acaba. Y naturalmente que al Madrid, que es el club deportiva y económicamente más potente del planeta y que no puede sacar al estadio Santiago Bernabéu a un equipo de la cantera para que lo devoren los leones, le pasa precisamente factura su poderío, y un jugador que para el Sevilla vale 10 pasa a costar 20 para el Real por el arte de birlibirloque.
Tampoco es lo mismo jugar en el Real Madrid que hacerlo en cualquier otro club del mundo. Dicen que a Van der Vaart, que era la figura del Hamburgo, ya le están buscando equipo para la próxima temporada tras medio año decepcionante. Por el trance de Rafael pasaron otros grandísimos jugadores. Recuerdo que, nada más llegar, el gran Maceda, un superclase, una figura contrastada, se quitaba como podía el balón de encima porque el silencio del estadio le pesaba como una losa; Antonio superó la crisis y acabó triunfando, pero muchos otros grandes jugadores se quedaron por el camino: hay que tenerlos muy bien puestos y ser muy bueno para pedirla en el Santiago Bernabéu. Si encajas todas las piezas, fichas bien y relativamente barato, aciertas con el entrenador y el equipo juega bien y gana partidos, tendrás a la grada expectante pero nunca tranquila porque los seguidores del Madrid siempre esperan más. Cuando, preguntado por los próximos refuerzos, Ramón Calderón respondía que este era el equipo ganador de las dos últimas Ligas, estaba demostrando que él podría haber entrado muchas veces al Bernabéu, pero el Bernabéu no ha entrado en él.
El Real Madrid ha puesto veinte millones de euros encima de la mesa por el otro Diarrà, y el Portmousth, como si de una partida de póquer se tratara, ha sacado una foto de la Familia Real de Abu Dhabi, propietaria del Manchester City, que al parecer ofrece cinco millones más por un jugador que hasta hace dos días era un absoluto desconocido. Si Mijatovic fuera un director deportivo serio y competente ya estaría planificando el equipo de la temporada 2010-2011 y no lanzándose en paracaídas sobre Fratton Park para comprarle al Pompey por 20 lo que quizás sólo valga 6. En Europa saben de la desesperación merengue, han olido el miedo del rico, y si hay que amenazar con el Jeque Khalifa bin Zayed Al Nahayan, que es el más rico de los ricos, pues se amenaza. Porque el Portmousth también tiene su propio millonario; se llama Alexander Sacha Gaydamak, socio de Roman Abramovich, otro que anda descalzo, propietario de varias compañías petroleras en Siberia, dueño de algunas de las mejores bodegas de California, poseedor de empresas informáticas en Silicon Valley y gran amante de los diamantes. Como decía Fernando Martín, ¡será por dinero!... Pues si parece que ya no será sólo por dinero, admiradísimo señor Mijatovic, habrá de serlo por previsión, trabajo, dedicación, anticipación y conocimiento, ¿no le parece a usted?