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El penúltimo raulista vivo

Seis pulgadas frente a vuestras caras

Entre los cambios que introduje cuando me tocaba dirigir El Tirachinas estaba el de acabar el programa con una escena de una película de deportes: El buscavidas, La leyenda de Bager Vance, Rocky, En Busca de Bobby Fischer... La idea me surgió un día viendo por enésima vez Un domingo cualquiera, la película con la que Oliver Stone radiografía el mundo del fútbol profesional americano. No creo que la arenga final con la que Tony D'Amato (Al Pacino) trata de motivar a los jugadores de los Miami Sharks diste mucho de las que utilizan los generales cuando se dirigen a su ejército: "Medio segundo más lento o más rápido y no llegas a pasarla; medio segundo más lento o más rápido y no llegas a cogerla. Las pulgadas que necesitamos están a nuestro alrededor, están en cada momento del juego, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por ese terreno. Sabemos que si ganamos esas pulgadas eso es lo que va a marcar la puta diferencia entre ganar o perder, entre vivir o morir. Vivir consiste en eso: las seis pulgadas frente a vuestras caras".

Mucho tiempos después de que utilizáramos esa escena de Un domingo cualquiera para cerrar El Tirachinas del viernes llegó a mis oídos que algún entrenador de Primera División que vio la película (o que escuchó el programa, quién sabe) motivaba a su vez a su equipo con esa escena en concreto en la que D'Amato-Pacino encendía a sus jugadores antes de la gran final. El entrenador de los Tiburones, por cierto, un técnico de renombre y que ya lo había ganado todo, tenía que luchar en los despachos tanto o más que sus jugadores sobre el campo para mantener íntegra su parcela de poder: trataban de moverle la silla para poner a otro en su puesto, desde la propiedad (bellísima, por cierto, puesta que estaba interpretada por Cameron Díaz) cuestionaban continuamente sus decisiones técnicas y tácticas. D'Amato sabía que todo aquello cambiaría única y exclusivamente con una victoria, nada más que una victoria.

Hoy me ha dado por pensar qué dirían los miembros del Club de admiradores de El Corazón Atormentado de Arthur Rimbaud, la gauche divine del periodismo deportivo español, la primera vez que vieron la escena en la que Al Pacino les habla a sus jugadores de "vivir o morir", de "la diferencia entre ganar o perder" y de esas seis pulgadas que tienen frente a sus caras y que lo pueden cambiar todo, y he llegado a la conclusión de que le acusarían como poco de tardofranquista, de ahí para arriba hasta acabar llamándole asesino en serie. Ese es, tal y como yo lo veo, el mayor problema que tienen aquellos que escriben sin haber entrado jamás en un vestuario, que piensan que un equipo de fútbol profesional, una plantilla como la del Real Madrid, el Milan, el Manchester United o el Barcelona es como la canción del picnic de los ositos, y no: se aproxima más a la visión de Stone.

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