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El penúltimo raulista vivo

Schuster: habló el sosi culé

Me parece que Rigoberta Menchú se queda corta. Oyendo ayer al presidente del Real Madrid extraje la conclusión de que me encontraba ante el mismísimo eremita San Palemón, fundador junto a su discípulo Pacomio del monasterio de Tabennisi. Calderón no sabía nada del apoyo decidido del grupo de radicales conocido como ultrasur. Tampoco era suya la responsabilidad de que un Torquemada de tres al cuarto retirase repetidamente la palabra a aquellos socios compromisarios "problemáticos". No tenía nada que ver con el arcaico (una azafata apuntando en un papel, supongo que con un boligrafo Bic cristal) método de recuento de los votos. Desconocía igualmente el tratamiento sesgado que se dio de la Asamblea en Calderón TV. Estoy convencido de que si el entrevistador le hubiera apretado un poquito más, Calderón habría tratado de convencernos de que él jamás dijo que fuera a fichar a Kaká, ni llamó medio actor a Beckham, ni metió en los juzgados al club, ni se llamaba José Ramón y se apellidaba Calderón Ramos. San Palemón en carne y hueso.

Y si Calderón acaba de regresar del desierto de Mojave y todo esto de la crisis, que no es por supuesto cosa suya, que es del otro, del innombrable, de aquel cuyo nombre empieza por efe y termina en o, le coge un poco a trasmano, ¡qué decir de Schuster!... A este lo mismo le da ocho que ochenta o que ochocientos ochenta y ocho. Jamás, a lo largo de más de cien años de historia -¡y miren que han pasado por ahí entrenadores!- un técnico de ese club se permitió el lujo de decir que el Madrid no tenía ninguna posibilidad de ganar al Barcelona en el Camp Nou. Así están los jugadores, que trinan. Dice Guardiola que eso es una táctica, y digo yo que cómo va a tener una táctica para fuera del campo quien carece de ella para adentro. Lo que le pasa a Schuster, a quien si uno se fija mucho se le ve en la frente un letrerito en el que puede leerse "perdedor", es que tiene más ganas de que le echen y le suelten la mosca que yo de que me toque el gordo en la lotería de Navidad.

Y entre San Palemón revivido y el orate don Bernardo, Pedja Mijatovic, más conocido por todos como Mister Tragaderas. Fíjense si es grande y sólido el Real Madrid Club de Fútbol que incluso sobrevivirá a esta tríada que para cualquier otro club del mundo con menos solera y con menos caché resultaría más letal incluso que la mordedura de una serpiente Taipan. Por supuesto que el 3-4 fue doloroso y que el equipo está en caída libre y sus jugadores corren del mismo modo que lo harían unos pollos sin cabeza, como diría otro bon vivant, en este caso galés, John Benjamin Toshack, pero la imagen que, bajo la presidencia de Ramón Calderón y no de otro, se ofreció a todo el mundo el domingo por la mañana, esa me temo que permanecerá indeleble durante mucho tiempo. Desconozco si Calderón tiene previsto o no fotografiarse en el transcurso de esta semana con la camiseta azulgrana de Samuel Eto'o, pero no dudo que si Joan Laporta fuera socio del Madrid votaría al actual presidente. Y en el caso de Schuster, cuando le oigo ya no sé si habla el entrenador del Real Madrid o lo hace el sosi culé.

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