Todo es blanco o negro para los Tattaglia, en su mundo no existe el gris. Es tal su maniqueísmo que el fichaje de Isco y la más que probable contratación de Illarramendi han sido rápidamente interpretados como la constatación de que a Ancelotti sí le gusta tenerla y elaborar en el centro del campo mientras que a Mourinho no le interesa para nada el balón. ¿Cómo explicar entonces que el Real Madrid de un entrenador que odia la pelota lograra hace dos temporadas 121 goles, cifra que a día de hoy continúa siendo el récord absoluto de la Liga española, y la pasada consiguiera 103? ¿Y cómo razonar que ese mismo entrenador se fuera hasta Alemania para traerse del brazo a Sahin, conocido mundialmente por ser un "tronco", y apurara hasta el último instante para fichar a Modric?... Nada de eso, claro, tiene explicación.
Me encanta Illarramendi. Martín Lasarte, que fue precisamente el entrenador que propició el salto del chaval al primer equipo de la Real Sociedad, lo explicó muy bien el otro día en Futboleros: Illarra lo tiene absolutamente todo para ser el sustituto ideal de Xabi Alonso y el club blanco hace bien en hacerse cuanto antes con sus servicios para que vaya aprendiendo poco a poco los trucos del oficio de echarse el Madrid a las espaldas. Claro que la Real no es el Real, por supuesto que se trata de un jugador muy joven, pero la apuesta de Illarramendi es buena. Dejar caer como quien no quiere la cosa que el guipuzcoano no habría sido del gusto de Mourinho es como afirmar que a Mike Tyson, que no era Alí, no le gustaba noquear a sus rivales. Pura demagogia barata y constatación de que contra Mou vivían mejor.
Es un hecho cierto que, puesto que todos son nacidos en el Reino de España, con Carvajal, Morata, Jesé, Isco e Illarramendi se está españolizado el equipo. Tan cierto e indiscutible es eso como rotundamente falso que el fin de esta nueva etapa sea el de contar con´jugadores nacionales. El único objetivo del Real Madrid Club de Fútbol a lo largo de sus más de 100 años de historia ha sido el de ganar, y para lograrlo ha intentado contratar a los mejores. Supone un acceso supino de ombliguismo dejar ver que Florentino Pérez está intentando recuperar a marchas forzadas la imagen presuntamente perdida a base de una transfusión intensiva de sangre española porque resulta que en la encuesta (que vaya usted a saber quién la hizo) de un diario deportivo (que vaya usted a saber qué pretende) el Barcelona aparece como el más querido. Déjense de monsergas. Y pasen, si pueden, cuanto antes el "mono" de José Mourinho.