Es admirable, por no decir otra cosa menos amable y probablemente más ajustada a la realidad, la inagotable capacidad que tiene nuestro querido José María Bartomeu (Barto para los amigos) para continuar con su día a día como si no hubiera pasado absolutamente nada: ducha, desayuno, petición de imputación por parte del ministerio público, sanción de la FIFA, lectura de la prensa, reuniones en el despacho, acusación al Barça de dos posibles delitos fiscales, comida, investigación a Messi por fraude, más reuniones, acusación al desaparecido Sandro Rosell (Sandruscu para los amigos) de tres posibles delitos fiscales... Vamos, lo normal. Me pregunto qué estarían cantando los juglares del Barça si a Florentino Pérez le hubieran encontrado de repente por ahí perdida una multa impagada por exceso de velocidad, y me respondo que el presidente del Real Madrid no podría salir a la calle.
Pero para que Barto y Sandruscu, Sandruscu y Barto, ¡menuda pareja!, hayan podido seguir con su actividad habitual y, aún hoy, con el castillo de napies desparramado por el suelo, continúen adelante como si nada, ha sido imprescindible la dimisión en bloque del archiconocido y otrora temidísimo "entorno culé". No hay más que echar un vistazo, por ejemplo, a las portadas de hoy tanto de Sport como de Mundo Deportivo; en la primera puede leerse "Plan especial para Suárez" y, como si la posible imputación del actual presidente del Barça no fuera preocupante, la noticia aparece escondida tras la maleza de "Los secretos del Manchester City", el "divorcio a la vista" entre Pep y el Bayern y la última bronca de Eto'o en la Samp; en la segunda, la de MD, es aún si cabe más complicado encontrar la noticia; para ellos lo trascendente es que Messi y Neymar son ni más ni menos que pichichis mundiales (en matemáticas también andan flojos) o que Brady iguala a Joe Montana; la noticia de la posible imputación de Bartomeu aparece en un rincón, escondida junto al anuncio de las quinielas: 1, investigado; X, imputado; 2, condenado.
Aquel terrible entorno descrito por Johan Cruyff ha muerto. La prensa deportiva catalana no está dispuesta a canjear información por rentabilidad y vive, y hace vivir a sus lectores, una realidad paralela. No nos cansamos de decir que el Barça no es una Sociedad Anónima Deportiva y que sus socios son los verdaderos propietarios del club pero es que, al igual que el periobarcelonismo, el socio también ha dimitido de sus responsabilidades y, como en el chiste ("Oye, Patxi, ¿sabes cuánto ha costado el Guggenheim?"... "No, ¿cuánto?"... "Cinco mil millones, pues"... "Bueno, con tal de que marque goles"...) no quiere saber el precio de Neymar ni qué se hizo para enmascararlo y sólo está interesado en el número de goles que consiga el brasileño. Así las cosas, con el periodismo mirando hacia otro lado y la afición alienada, no es de extrañar que Bartomeu piense que una hipotética imputación no le impedirá en modo alguno seguir al frente del club e incluso presentar su candidatura en las próximas elecciones como si nada hubiera sucedido. Porque, en realidad, en Cataluña no ha ocurrido nada, todo es un remanso de paz, un oasis, y el Barça es semifinalista de Copa y está a un punto del Real Madrid en Liga: ¿Qué más se puede pedir?...