Se equivoca quien busque en Manuel Pellegrini -ese hombre que ni ve la televisión, ni escucha la radio, ni lee la prensa- una explicación al deslavazado y por momentos desesperante juego que practica su equipo. El Real Madrid, según el técnico chileno, tiende a refugiarse excesivamente en los marcadores ventajosos, del mismo modo que en las ruedas de prensa posteriores a los partidos Pellegrini marcha con paso decidido hacia el chiquero de las frases sin sustancia, vacuos circunloquios a medio camino entre la charada y el jeroglífico. Ayer tocó soltar que el Madrid no jugó "ni bien ni mal", lo que es tanto como afirmar que el Real no está ni en el cielo ni tampoco en el infierno del fútbol sino en su particular purgatorio, transitando no se sabe bien hacia dónde. Dice Drenthe que en Barcelona habrá que demostrar quién es el Madrid. Y es probable que el chaval haya dado sin saberlo en el clavo porque, ¿quién es el Madrid?... O, por mejor decir, ¿qué es este Madrid?
Puede que al Madrid de Pellegrini, que, según Drenthe, deberá demostrar dentro de una semana quién es en el Camp Nou, le viniera como anillo al dedo aquella fantástica definición que de la vida hizo la señora madre de Forrest Gump: "es como una caja de bombones, nunca sabes cual te va a tocar". Ante el Racing tocaron primero veinte minutos de bombones de buen juego, luego otros veinticinco de bombones rellenos de dudas y, por último, cuarenta y cinco más de bombones de licor de pánico, terror que se trasladó por supuesto de inmediato hacia la grada que ya no sabe si reír o si echarse a llorar. El Madrid no jugó ni bien ni mal, dijo don Manuel Luis. Ni bien ni mal ni regular sino todo lo contrario. ¿Usted sabe a qué juega el Madrid? ¿O usted?... Yo desde luego no tengo ni la más remota idea de a qué juega o quién es este Real Madrid de Pellegrini. Con Capello o Juande, al menos, sabías que el equipo se refugiaría atrás y saldría a la contra; aquel "estilo" atentaba contra la historia del club, pero al menos era algo: ¿esto qué es?...
Aún así, por esos milagros que a veces nos ofrece el fútbol y por la extraña y negativa inercia a dejarlo todo en manos de dos que está adoptando últimamente la Liga española, el Real Madrid llegará líder a Barcelona y, en el peor de los casos, saldrá a 2 puntitos del equipo de Pep Guardiola. Como decía, Pellegrini se refugia en los circunloquios y se agarra a las matemáticas como si de un clavo ardiendo se tratara para defender su trabajo al frente del equipo, pero lo cierto es que si el Real no mejora mucho, mucho pero mucho en el futuro, "esto" le dará para ser segundo en España y poco más. Eso salvo, por supuesto, que los jugadores del Barça se vayan pasando unos a otros la gripe A hasta el mes de mayo de 2010. El domingo que viene meteremos pues con precaución la mano en la caja para ver qué clase de bombón nos toca. Ya se sabe que los que nos ha vendido hasta la fecha Pellegrini no han sido ni buenos ni malos sino todo lo contrario. Es un nuevo y experimental sabor a nada que está tratando de perfeccionar.