Porque las cosas se han hecho muy requetebien y el Real Madrid tiene un equipo campeón es por lo que el club se ha lanzado precipitadamente a la caza y captura en diciembre de un Higuaín u otro Gago. El espacio de este comentario es finito y no enumeraré por lo tanto la lista de jóvenes futbolistas que suenan estos días para el Madrid, aunque un tal Luis Ruzzi, que al parecer representa al delantero argentino Mauro Zárate, uno de los trescientos de las quinielas, acaba de salir cantando La Traviata y acusando a Ramón Calderón de meterse donde no le han llamado e intentar pescar fraudulentamente en el Tíber, que es el río de la Lazio. En circunstancias normales, el agente de un jugador del tipo de Zárate, cedido por un equipo qatarí a otro que marcha quinto en el calcio, tendría que colocarle la alfombra roja al presidente del Real Madrid y ponerle unas cuantas velas a Santiago Bernabéu para que no se arrepintieran y fueran adelante con la negociación, y sin embargo no sólo no es así sino que da el queo, levanta la manta y sale corriendo.
¿Cómo es posible esto? ¿Qué pasa aquí? ¿Nos encontramos con otro jugador "falto de ambición" como Cazorla o es que en el fondo hay algo más? Calderón va presumiendo por ahí de estar presidiendo el club más rico del mundo, una fábrica de generar billetes de quinientos euros, pero el representante de Zárate le dice que se meta su dinero donde le quepa y que el chico quiere seguir jugando en un equipo italiano que tiene imposible ganar el scudetto. No hace mucho firmaban en blanco, y ahora se niegan siquiera a reunirse con Mijatovic a menos que sea en presencia de su abogado. Por supuesto que la pérdida de crédito madridista no es culpa del club sino de la imagen tan nefasta que transmiten sus responsables provisionales. El fútbol ha cambiado mucho, eso es cierto, pero no tanto como para que un caballero absolutamente desconocido como Ruzzi salte a la palestra advirtiendo al presidente del Real Madrid de que puede echarle encima a los lobos de la FIFA si decide continuar por el mismo camino.
Lo que por fin sí funciona en la casa blanca es la coordinación entre la dirección deportiva y el hombre que ha de entrenar a diario a la plantilla del Real. Era un clamor popular que Mijatovic y Schuster tenían que conversar entre ellos para llegar a una entente cordiale que beneficiara sobre todo al primer equipo. Fruto de ese constructivo diálogo es la respuesta ofrecida ayer por el técnico alemán cuando un periodista le preguntó por los jugadores que le iban a traer en enero: "No tengo ni idea, los regalos no se abren hasta el 24 de diciembre". Dejando a un lado el hecho de que la tradición en España es la de los Reyes Magos y no la del arbolito de Navidad, y que ya va siendo hora de que Schuster, que lleva aquí trescientos quince años, se entere un poco de las costumbres del país, lo cierto y verdad es que esas declaraciones son ciertamente dramáticas y corroboran el estado de permanente improvisación que sufre por dentro el Madrid. Calderón, eso sí, promete un pasado mañana mejor con otros Kakás y otros Ronaldos, porque incluso el mañana lo tiene ciertamente complicado.