Poco se ha hablado de la fuga de cerebros del Atlético de Madrid, justificada cuando no incluso alavada por el perioatletismo, o sea por los periodistas del Atleti, que son todos muy objetivos porque no son del Real Madrid. De suceder algo similar en la acera de enfrente habrían ardido Troya, Atenas, Argos, Tebas y Corinto todas juntas, pero al tratarse del Atleti, que sólo tiene un presupuesto de 400 millones de euros, y del Cholo Simeone, que es el mejor y uno de los más caros entrenadores del mundo, el tema se esconde debajo de la alfombra de Joao Félix, que es un chaval de 19 años pero que, a diferencia de Rodrygo, que ha sido presentado hoy por el Madrid y que tiene uno menos, 18, no es un proyecto de jugador sino un futbolista consolidadísimo a nivel mundial, tanto que, según parece, Miguel Ángel Gil estaría dispuesto a cerrar la operación por 120 millones de euros, los que recibirá de la marcha de Griezmann, y 7 millones por temporada para el chaval. O sea, y de confirmarse la operación, el Atleti pagará por un crío de 19 años 35 millones de euros más que el Real Madrid por dos niños de 18.
Pero volviendo al inicio, a la fuga de cerebros. El último en comunicarle al club que se va ha sido Rodrigo Hernández Cascante, nacido en Madrid, capital del Reino de España, e iniciado en las categorías inferiores del club colchonero, en las que permaneció entre 2007 y 2013. Rodrigo no es un experimento como Joao Félix o incluso como Vinicius o Rodrygo con y griega, no; el Rodrigo con i latina es una realidad, es un futbolista contrastado y, atención, tiene sólo tres añitos más que el futbolista portugués al que Gil está dispuesto a ofrecer el oro y el moro, o sea 22. En el anterior capítulo de la telenovela perioatlética habíamos quedado en que la marcha de Antoine Griezmann no sólo no era mala para el club sino que era una bendición llovida del cielo y que el hecho de que el futbolista franquicia del equipo colchonero dejara tirado como una colilla al Atleti para reforzar al Barcelona era una noticia muy positiva y que había que ir a celebrar a Neptuno cuanto antes porque eso le permitía a Simeone rehacer el equipo. Muy bien: ¿Y lo de Rodrigo? ¿También es una buena noticia la marcha de Rodrigo? ¿Se debe celebrar el que Rodrigo se vaya?... Pues también hay que celebrarlo porque Rodrigo le costó al Atleti 25 y ahora se va por 70, de modo que, por el camino, ha ganado 45. Así que al Atleti no sólo no se le critica por haberle colocado a un jugador como Rodrigo una cláusula de rescisión de contrato irrisoria sino que se destaca la genialidad de Andrea Berta, que es otro que se está yendo de rositas, por haber ganado 45 millones para el club en un año: ¡Guau!...
De lo que nos habla todo esto en el fondo es del grado absolutamente disparatado de sobreprotección mediática extrema que recibe el Atlético de Madrid, más aún si lo comparamos con el grado de crispación constante y total que recibe el Real Madrid. Si Rodrigo se va es porque no aguanta ni a Simeone ni a su sistema. Si Rodrigo se va es porque quiere seguir creciendo como futbolista y, por mucho que él sea atlético, no ve que eso vaya a ser posible con Simeone. Godín, Juanfran o Filipe Luis no se van por los motivos que Rodrigo, que son, por cierto, exactamente los mismos de Griezmann, pero también se van. Y, de repente, el jugador franquicia del tercero en discordia de la Liga española es... su portero, Jan Oblak, quien también empieza a dudar de un proyecto que, salvo a ojos del objetivísimo perioatletismo, parece agotado antes incluso de que arranque la temporada. La verdad es que Simeone, que ha sido probablemente el mejor entrenador de la historia del Atleti, ya no convence, y su demagogia tampoco le sirve ya para disfrutar el dolce far niente a la sombra del Barcelona y, sobre todo, del Madrid. ¿Cuándo empezarán a preguntarse los perioatléticos por qué se van sus jugadores? ¿Y cuándo empezarán a exigirle al Atlético de Madrid como lo que es, un grande? ¿Cuándo?...