Al igual que la de Bartolo, la flauta del Real Madrid tiene un agujero solo y ése ya sonó del todo en el Camp Nou. Cuando anoche dije en El Chiringuito que si es amarillo como un pato, tiene patas de pato y alas de pato y hace "cua cua" como los patos seguro que se trata de un pato, quería decir que si a un equipo le perjudican una y otra vez, y otra más, es simple y llanamente... porque quieren perjudicarlo. O sea, amarillo como un pato. La flauta sonó en Barcelona, el equipo se rehizo a la anulación de un gol absolutamente legal y, con diez sobre el campo por expulsión de Ramos, ganó por 1-2; la foto del vestuario no era más que la representación colectiva de una profunda satisfacción, la de saber que habían pasado por encima de una tremenda injusticia arbitral, que a punto estuvo de dar al traste con todo.
Ayer no fue Hernández Hernández sino Gianluca Rocchi. Como Felix Brych el día anterior en el Barça-Atlético de Madrid, el árbitro se cargó el partido, y quien sabe si la eliminatoria, con quince minutos que habrían noqueado al mismísimo Iván Drago y que dejaron sonados a los jugadores del Madrid. Primero anuló un gol a Cristiano, después dejó de pitar un clarísimo empujón sobre Bale dentro del área y luego se sacó de la manga un penalti inexistente de Casemiro sobre Schürrle. De un 0-2, que probablemente habría supuesto el pase a semifinales del equipo blanco, se pasó al 1-0 y, con los jugadores idos, al posterior 2-0, que deja las cosas muy complicadas para la vuelta del martes que viene.
Es cierto que después, y no antes, de que Rocchi se cargara el partido, el Real Madrid no supo sobreponerse a la injusticia. Lo hizo el sábado y no ayer. Después de que el italiano perjudicara ostensiblemente al equipo blanco, ninguno de los futbolistas de Zidane estuvo a la altura. Pero eso fue después. A quienes me dicen que el Real Madrid tendría que haber superado todos los obstáculos yo les respondo con una pregunta: "¿Por qué?"... El Real Madrid es un equipo de fútbol, solo un equipo de fútbol, nada más que un equipo de fútbol. Como el resto de clubes, alinea once jugadores y, como el resto de clubes, suele acabar con diez cuando juega contra el Barça; y, cuando se enfrenta al resto, al diez veces campeón de Europa se le falta mucho al respeto, mucho. Así, en vez de irse a por Lewandowski o a por Hazard, en lugar de fichar otro portero o reforzar el centro del campo, en el club harían bien en exigir respeto, el que ahora no le tienen ni en FIFA ni en UEFA ni, por supuesto, en la federación española al Real Madrid.