¿Revancha?... ¿Qué revancha?... Hacen mal nuestros internacionales en referirse al partido de mañana como revancha, venganza o desquite porque eso quiere decir que siguen instalados en el 13 de junio de 2014, el día del 5-1, y para eso no existe revancha posible. Supongo que, visto todo desde el lado holandés, aquel partido de Brasil-2014 tampoco curó las heridas de la final jugada cuatro años antes. Es como si mañana, de repente, Foreman se levantase de la cama pidiéndole a Ali la revancha de un combate que se disputó hace más de cuarenta años: no existe un desquite para aquello; simplemente sucedió que, después de hacerle mobbing al mejor púgil de toda la historia, George besó la lona en el octavo asalto de una pelea que creía tener bajo control, rodó por los suelos como un inerme saco de patatas, cedió ante un golpe genial.
No nos engañemos, el partido de mañana no le interesa a nadie. ¿Prestigio decís?... El prestigio se conquista en un Mundial o en una Eurocopa y no en un partido sin relevancia, un encuentro amistoso que constituye un enorme grano en el culo de los clubes propietarios de los futbolistas. España perdió mucho prestigio por aquel inesperado (más por unos que por otros) y lamentable 5-1, el que abrió la grieta por la cual acabaría colándose ante Chile la selección. También puede perderse el prestigio en un insípido e incoloro 1-0 ante Ucrania. Por supuesto que Ancelotti, Simeone y Luis Enrique seguirán atentamente el Holanda-España por la tele pero únicamente para comprobar que Ramos, Koke e Iniesta regresan sanos y salvos y pueden contar con ellos de cara al tramo final de la temporada.
Pero si nuestros internacionales parecen estar aparcados en el pasado Mundial es única y exclusivamente porque nuestro seleccionador... también lo está. Si nuestros futbolistas hablan de "venganza" para referirse a un partido amistoso que pocos verán y en el que ningún jugador meterá a fondo la pierna es probablemente porque Del Bosque crea que este martes puede arreglar lo que estropeó hace ocho meses. Ayer, por primera vez en mucho tiempo, Vicente del Bosque hizo algo que no es habitual en él: entrenó a puerta cerrada. ¿Un domingo? ¿A puerta cerrada? ¿Para un amistoso? ¿Por qué? ¿No había que tener especial "sensibilidad" con los aficionados?... Si algo quedó demostrado, y en un partido oficial además, es que la España de Del Bosque no tiene plan B porque carece de un plan A. Pero todo quedará por fin solucionado mañana porque Vicente, ahora sí, tiene un plan secreto, un plan que nadie puede conocer, un plan que conviene ocultar a la pérfida Holanda. "¿Qué hacéis?", gritaba el viernes. ¿Qué haces tú, Vicente, qué haces tú?...