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El penúltimo raulista vivo

Redoble de tambor: regresa el campeón de campeones

Si hay algo que enerva especialmente al barcelonismo más recalcitrante, más independentista y endogámico, más laportista en suma, es que le recuerden dos cosas: el carácter nacional español del Real Madrid y sus nueve Copas de Europa. La épica de conseguir cinco títulos consecutivos cuando el torneo sí que era auténticamente del K.O. y lo disputaban los campeones de cada competición, y no como ahora que lo juega hasta el Tato que puede ser perfectísimamente el tercero o el cuarto, otorga al club de Chamartín un aura especial. Todo lo que, para bien o para mal, haga el Real Madrid en la Champions es seguido con especial atención, y puedo incluso comprender que eso encienda a algunos culés, significadamente aquellos que esperaban que el madridismo también se incorporara a la petición universal de orejas y rabo para el fútbol que practica el equipo de Guardiola.

No hay más que echarle un vistazo por encima a la historia de la Copa de Europa desde que se fundara allá por 1955 para darse cuenta rápidamente de que está poblada por banderitas de España. Algunas de ellas, las menos, pertenecen precisamente al Barcelona, las más al Madrid. El Real ha disputado en doce ocasiones la final, y ya digo que el 9 amenaza en convertirse para el barcelonismo en algo parecido al 666, la marca de la bestia. Mourinho dijo ayer que hoy volvía el campeón de campeones, y es cierto: toda Europa estará pendiente otra vez de lo que haga el Real Madrid en su competición, como lo ha estado en ocasiones anteriores independientemente de su potencial futbolístico o de quién se sentara en el banquillo. Únicamente el Milan provoca una sensación parecida. Sólo los italianos pueden tratar de tú a tú al Real Madrid.

Vuelve el equipo a Gerland, un campo que últimamente no se le ha dado demasiado bien. Regresa el gran campeón y el mundo entero contiene la respiración. Sinceramente no creo que exista matrimonio mejor avenido que el que forman el Real Madrid y la Copa de Europa, hoy llamada Champions League. No creo que nadie se haya confiado ante el Olympique de Lyon, le haya faltado al respeto o minusvalorado; lo que sucede es que todos, incluidos sus rivales, siempre esperan más de este equipo mítico, probablemente el club deportivo más importante del mundo y, de largo, el equipo de fútbol más idolatrado. El resto de partidos estarán bien o mal, y la Copa la ganarán unos u otros al final, pero esa sensación de respeto cuasi religioso sólo se produce cuando saltan al campo los once futbolistas que visten la camiseta del Real Madrid Club de Fútbol. Redoble de tambor...

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