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El penúltimo raulista vivo

Real Madrid: de derrota en derrota hasta la victoria final

Football Leaks reveló el pasado viernes que tanto Paris Saint Germain como Manchester City habrían recibido un trato de favor por parte de la FIFA en el espinoso asunto del fair play financiero, implicando al mísmisimo Giani Infantino. El máximo organismo del fútbol mundial salió rápidamente a desmentirlo todo en un comunicado, pero lo hizo de un modo poco claro, sin contundencia, como si FIFA, que tiene más conchas que un galápago, esperase que a la acción de la información del prestigioso portal futbolístico, que suele dar en la diana, pudiera responderse con la reacción de un comunicado básicamente protocolario; como si Infantino pensase que todo pasa y que lo afirmado por Football Leaks el viernes también pasaría como si nada. Pero no; hoy mismo el sitio francés Mediapart ha informado de que también el presidente del Mónaco trató por todos los medios de evitar el radar del fair play, que Dmitry Rybolovlev, que es el propietario del club desde 2011, subsidió al club en la violación de las reglas de la UEFA y que invirtió en él a través de donaciones convertidas en ingresos de patrocinio gracias a un montaje offshore en Hong Kong y las Islas Vírgenes Británicas. O lo que es lo mismo: existe la sensación, avalada ahora por la información, de que aquí hay clubes poderosísimos que juegan con las cartas marcadas y que FIFA y UEFA continúan mirando hacia otro lado dependiendo del nombre del dueño y del club, que si es rumano se lleva su castigo y de postre el del City y el del PSG.

En el lado opuesto de esta forma de hacer las cosas está la forma en que hacen las cosas otros clubes, más grandes deportivamente hablando pero con menos capacidad financiera puesto que no quieren acudir al engaño, al regate o simplemente al trato de favor para eludir sus propias responsabilidades. Para competir en lo financiero con clubes que están recibiendo presuntamente, y según estas informaciones, dopaje financiero, uno debe hacer las cosas muy bien e hilar muy fino porque, de lo contrario, te despeñas. Y ahí está el ejemplo del Real Madrid, la envidia de todo el mundo puesto que ha conquistado tres Champions consecutivas y cuatro en cinco años y porque sigue siendo propiedad de sus socios. Cuando digo que el Real Madrid es propiedad de sus socios no estoy queriendo decir que si cincuenta mil socios se ponen de acuerdo se pueden llevar el estadio a su casa, no, sino que los socios deciden su futuro eligiendo a su presidente en unas elecciones, al contrario de lo que ocurre en los otros clubes anteriormente citados, que son sociedades anónimas deportivas. Al contrario de lo que sucede con PSG o City, en los que la nebulosa lo empaña todo, el Real Madrid lidera siempre los rankings de transparencia, se sabe qué hace, cómo lo hace y cuándo lo hace, así que lo único que pueden decir, y sin demostrarlo, es que no se pagaron 45 millones sino 65 por Vinicius, poca cosa.

Hoy Marca publica en su portada el nuevo contrato que el Real Madrid firmará con Adidas para esponsorizar su camiseta: 1.100 millones de euros en los próximos diez años, a razón de 110 millones por año, cantidad que duplica los 55 que cobra en la actualidad. Con unos ingresos por explotación récord de 751 millones, un 11% más que el año anterior, el área comercial ha crecido un 16% hasta situarse en los 297 millones y las previsiones del club se sitúan en los 305 para esta temporada. Para que nos demos cuenta del alcance del nuevo contrato, comparémoslo con el que la rival de Adidas, Nike, firmó con las veintiuna franquicias de la NBA: 1.000 millones de dólares para los próximos 8 años, aproximadamente 110 millones de euros para todos los equipos por lo que aquí cobrará sólo uno. Con el otro patrocinador principal de fútbol de los 16 que declara el Real Madrid, Fly Emirates, se cerró un acuerdo en septiembre de 2017 por 70 millones anuales, cantidad que supera los 55 que Rakuten paga al Barça o los 62 de Chevrolet al United. Así que el Real Madrid, que ahora mismo no atraviesa por su mejor momento deportivo, tiene una mala salud de hierro y va, como dijo una vez Winston Churchill, de derrota en derrota hasta la victoria final.

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