Quedaban pocos días para la boda del Príncipe Felipe con Leticia Ortiz cuando a un periodista se le ocurrió preguntarle a José Luis de Vilallonga, a la sazón Grande de España, si acudiría al feliz acontecimiento. Era cuando el marqués de Castellbell i El Vilar y Castellemeià y barón de Ségur, Maldá y Maldanell andaba a la greña con el Rey por un quítame allá esas conversaciones publicadas, y con éxito, y a Vilallonga no se le ocurrió otra cosa que responder lo siguiente: "Desgraciadamente no podré asistir, ese día tengo dentista". Algo similar me hizo a mí, sin ser yo por supuesto el Rey ni él desde luego el ingenioso Vilallonga, un famosísimo ex futbolista cuando, chantajeado por un tercero, dio calabazas al programa de Popular Televisión que servidor empezaba a dirigir bajo la potentísima excusa de que ese día y a esa hora su mujer tenía puericultor. Era, por supuesto, un puericultor de quita y pon, como en el caso del dentista de Vilallonga.

Raúl ha declinado amablemente, o a lo mejor no tanto, la invitación para acudir a Wembley y ser lisonjeado junto a Zubizarreta, Casillas y Xavi por sus más de cien partidos disputados con España aduciendo que ese día tiene sendos entrenamientos por la mañana y por la tarde. Y aquí tenemos dos opciones: que creamos que, efectivamente, el Schalke 04 ha impedido a su jugador franquicia acudir a un acto tan aparentemente emotivo para él como ese, o que por el contrario pensemos que es una excusa pura y dura del futbolista para quitarse hábilmente de en medio. A mí me parece que Raúl no quiere ir y pone como excusa el entrenamiento como, antes que él, Vilallonga se refugió en su dentista o aquel jugador al que antes me refería se sacó de la manga en el último momento al puericultor de su señora.

Raúl, como le pasa al propio Del Bosque con el Real Madrid, se equivoca confundiendo a la federación con las personas que circunstancialmente la dirigen y metiendo a la selección por medio. Está claro que Angel Villar y sus chicos no han tenido un comportamiento nada ejemplar con uno de los futbolistas españoles más importantes de la historia, pero una cosa es Villar y otra bien distinta España. Lo que le pasa a Raúl es que aún sangra por la herida de su injusta e injustificada criba y no comprende, como tampoco entiendo yo, por qué no se le convocó en su día cuando, jugando ya en la Bundesliga, había hecho sobrados merecimientos deportivos para ello. Hubo en la decisión del actual seleccionador, según yo lo veo, cuestiones claramente extradeportivas que pesaron más que lo acontecido sobre el terreno de juego. Una pena que la cosa acabe así.