El toro Ratón, hijo del toro Caracol, ya ha matado a tres personas en cinco años, la última de ellas este sábado pasado en Xátiva, provincia de Valencia: un joven de 29 años que fue embestido primero y revolcado después por esta res famosa en media España. Pues bien: yo me fío menos de Pep Guardiola que del toro Ratón, y preferiría mil veces antes afrontar un concurso de recortadores ante el hijo con malas pulgas del bueno de Caracol que una rueda de prensa del entrenador del Fútbol Club Barcelona. Decíamos ayer que la escusa de la falta de tono físico, repetida como auténticos papagayos por Rosell, Villa, Alves y el resto de la plantilla azulgrana, tenía un objetivo: dar lástima. Tengo que reconocer que, oyendo a Guardiola en la rueda de prensa posterior al partido, aguanté las lágrimas a duras penas, pero la pasarela posterior de Oliver Twist y del resto de chicos sin fortuna de la banda de Fagin acabó con mi heróica resistencia. La congoja me pudo y confieso que lloré, lloré mucho.
Ese de la notable diferencia de preparación, se supone que a favor del Real Madrid, debió ser el aspecto decisivo que acabó convenciendo a Teixeira, más malo que la carne del pescuezo, de que había que equilibrar un poquito las fuerzas entre el actual campeón de Liga y de Europa y el de la Copa del Rey, un torneo menor al fin y al cabo. Supongo que fue por eso por lo que el cántabro escatimó dos penalties en contra del Barça, pasando por alto al final otro de Marcelo sobre Pedrito. Pero, pese a las cornadas arbitrales, yo creo que los madridistas tienen motivos sobrados para estar contentos: el Madrid le quitó el balón al Barcelona, jugó bastante mejor al fútbol, tuvo muchas más ocasiones y únicamente la mala suerte y la desafortunada intervención de Vitienes en auxilio de los culés, obró el milagro de que el autotitulado mejor equipo del mundo no se fuera con una goleada de auténtico escándalo.
Me gustaría saber qué se habría dicho de Mourinho si éste hubiera comparecido antes y después de un partido contra el Barça refugiándose en el burladero de la mala preparación. Y, ya puestos, también me habría interesado conocer qué se habría dicho del Real Madrid como institución si, como sucedió ayer, llega a anunciar el fichaje de un jugador en el descanso del partido. Sigue, por cierto, llamando muchísimo la atención el hecho de que Mourinho deje en ocasiones que Karanka lleve la voz cantante, pero nadie se pregunta por qué Guardiola lleva cuatro años sin conceder ni una sola entrevista personal. Ni una. Efectivamente hay cosas que, al parecer, va a costar conseguir que cambien. Pero de que el Madrid va en la buena dirección no me cabe la menor duda. Ratones al margen.