Está claro que el ala mourinhista del madridismo le puso hace tiempo la cruz a Sergio Ramos por muchos y variados motivos. Ese sector, con el que yo por cierto me identifico al 90%, interpreta que, al adoptar ciertas decisiones que parecieron traumáticas, lo que estaba haciendo José Mourinho era velar primero por el interés general y luego por el particular mientras que el jugador, que siempre es egoísta, tiende primero a mirarse complacientemente el ombligo y luego se fija si acaso en el interés del grupo. Deberán pasar aún muchos años para que el periodismo deportivo bienqueda, el del abrazo y el babeo, se dé cuenta del tremendo perjuicio que le hizo a la carrera deportiva de algunos jugadores. Y quien sabe si, aún transcurriendo muchos años, no se den cuenta de ello, pero ese ya no será desde luego mi problema.
En descargo de Ramos diré que, salvo que uno se llame Cristiano y se apellide Ronaldo, resulta metafísicamente imposible rayar siempre al mismo nivel año a año, temporada tras temporada. Digamos que el arranque del curso 2013-2014 no está siendo para Sergio el mejor de toda su carrera deportiva y que al hecho cierto de que los árbitros la tienen tomada descaradamente con él (el otro día llegamos a la conclusión enTiki Taka de que al menos la mitad de sus expulsiones habían sido injustas) también es verdad que se le nota falto de forma y descentrado y que, sumadas esas dos circunstancias, a Ramos se le nota desubicado sobre el campo. Sergio era antes un seguro de vida, un cheque en blanco, y en este momento no lo es.
Su reacción de anoche a la finalización de un partido que el Real Madrid volvió a ganar con mucha fortuna y a toque de corneta me sonó desde fuera a que Sergio no cree sinceramente que él pueda mejorar en algo, que lo suyo es puro postureo y que lo que al final le entra por un oído y le sale por el otro son las críticas que pueda recibir por parte de la afición o, ya puestos, del mismísimo entrenador. La respuesta airada al entrevistador me confirmó que efectivamente algo hubo con Mourinho y que éste prefirió largarse al Chelsea ganando menos dinero a tener que quedarse aquí con algunas estrellas incapaces de continuar aprendiendo y mejorando. Mi amigo José Miguélez dijo ayer en Twitter que la respuesta del central iba dedicada a la Yihad, a la que por cierto me dicen que pertenezco sin yo saberlo, pero Sergio sería inatacable por cuestiones extradeportivas si dentro del campo fuera el de antes. No lo es, no es el de antes, y eso y no otra cosa distinta es lo que le reclaman y lo que le critican tirios y troyanos, yihadistas y pacificadores, mourinhistas y piperos, madridistas todos.