El 31 de octubre, cuando aún no se sabía quién sería el sustituto de Julen Lopetegui en el banquillo del Real Madrid, Hugo Sánchez, el mejor goleador al que yo haya visto vestir la camiseta blanca hasta la llegada de Cristiano, se ofreció a Florentino Pérez vía televisión en un mensaje que a mí se me ocurrió tildar de "minutos del humor" en El Chiringuito. Hace unas cuantas horas, en el mismo programa, Hugo me ha llamado "payasito" y ha dicho de mí que busco mi minuto de gloria o de publicidad, cosa que, gracias a Dios, no necesito; no necesito publicidad porque tengo más de la que soñé en toda mi vida y porque, afortunadamente y que dure, dirijo un programa de radio, participo en el programa deportivo de televisión más popular de España y soy columnista habitual de Marca, el periódico más leído del país con gran diferencia sobre el segundo. De modo que si dije que el modo y el tono empleados por Hugo para dirigirse a Florentino Pérez me parecieron más un gag humorístico o una pieza de los Monty Python que otra cosa es porque sinceramente lo pensaba, y lo pienso, así y, en el fondo, porque me da un poco de lástima ver a Hugo, que lo ha sido todo, buscando justamente lo que él me achaca a mí, o sea minutos de publicidad a costa del Real Madrid.
¿Por qué interpreté como una pieza humorística el ofrecimiento de Hugo? Lo hice, en primer lugar, por el modo que tuvo de dirigirse al presidente del Real Madrid, ese "aquí estoy yo" que remató con un "así que ya sabes lo que tienes que hacer, y si no sigue buscando". No es serio, la verdad. Y, conociendo un poco a Florentino, si el mejicano hubiera tenido alguna mínima posibilidad de dirigir algún día al Madrid, el 31 de octubre se acabaron todas sus opciones. Dije que la forma que tuvo Hugo de dirigirse al presidente del Real Madrid, como si éste fuera una chati con la que ligar a través de Tinder o de CityLove, el chat caliente, no parece de recibo, no está a la altura de la leyenda que fue Hugo y, en el fondo, constata que está muy necesitado del protagonismo del que carece fuera de Méjico. Me fastidió lo que hizo Hugo porque tuvo toda la pinta de ser una operación suicida, un "o me sale bien o me retiro", y me dio pena, la verdad; Hugo no estuvo a la altura de Hugo.
Hugo Sánchez, claro, jamás ha tenido ninguna posibilidad de dirigir al Real Madrid, ninguna. Y nadie, salvo probablemente él mismo y los responsables del programa en el que participa, han pensado en el mejicano como una opción. Y esto es así porque, yendo de una vez al grano, habrá que decir que la trayectoria de Hugo como jugador fue extraordinaria a pesar de que nunca consiguiera ganar la Copa de Europa pero su carrera como entrenador ha sido un fiasco absoluto y total hasta la fecha. De hecho lleva sin entrenar desde 2012, con el Pachuca, y antes lo hizo en Pumas, Necaxa, la selección de Méjico, Almería y, de nuevo, Pachuca. Esto es, y salvo el paréntesis español que acabó con su destitución, a Hugo nunca le han contratado para entrenar fuera de su país y el último título que conquistó, y ya hace de esto 9 años, fue uno amistoso, el Lagarto de Jaén.
Me parece que todos estos argumentos avalan sobradamente mi opinión sobre el gag (porque no fue otra cosa) protagonizado por Hugo, que, por no tener, no tuvo ni siquiera la imprescindible gracia. Es más, sinceramente creo que si en el planeta Tierra sólo quedaran dos candidatos vivos y uno fuera él y el otro fuera yo, Florentino me eligiría antes a mí. Por otro lado, el emplear el término "payasete", Hugo demuestra, además de su temeridad genética, un desconocimiento total y una incultura a prueba de bombas. Algún día le contaré a Hugo cuando me lo encuentre por Guadarrama la historia de Isidro Marcelino Orbés Casanova, Marceline, el payaso de Jaca que fascinó a Charles Chaplin y a Buster Keaton, otros dos payasos memorables. Uno tiene que ser muy serio, muy fino y muy inteligente para ser un buen payaso, querido Hugo. No vale con pegar tres volteretas.