En La Coruña, Fabio Capello tomó un montón de decisiones chocantes, como si, tras dejar atrás las vacaciones, el año nuevo y la reanudación de la Liga le hubieran sobresaltado. La primera sorpresa la dio al dejar a Robinho en la grada; definitivamente el brasileño no es Pelé, aunque ha sido de los poquitos que han aportado algo. Si inesperada resultó la ausencia de Robinho, más aún lo fue la presencia de Cassano, líder de la Quinta del Donut, futbolista problemático donde los haya y que tiene los dos pies fuera del Real Madrid. Cassano, que hace bien poco llamó sinvergüenza al entrenador, estuvo a puntito de saltar al césped de Riazor. En su lugar, al final, lo hizo David Beckham. Puede que del inglés también se esperara más cuando llegó, pero al menos Beckham es un profesional, un gentleman, y se deja el alma en el campo.
Para complicarlo todo aún más, Capello colocó a Sergio Ramos como lateral izquierdo en sustitución del lesionado Roberto Carlos. A Marcelo, que ha jugado siempre en esa posición y que ha llegado precisamente para facilitarle la transición a su compatriota, le dejó en el banquillo, mientras que Raúl Bravo, que no es santo de mi devoción pero que siempre ha jugado como "3", ni siquiera viajó a Galicia. En vista de que Diarra continúa pagando los efectos colaterales provocados por la cámara indiscreta, el italiano tuvo que echar mano del recién llegado Gago, y al argentino, con Guti fuera, le pudo el partido. El caso es que si todas esas decisiones, a cual más enrevesada, las hubiera adoptado, por poner un caso, Carlos Queiroz, todo el mundo estaría pidiendo ahora mismo su fulminante destitución.
Capello, a quien habrá que reconocerle al menos que ya no vaya por ahí creyéndose la reencarnación de Beniamino Gigli, dijo, tras el 0-3 ante el Recre, que no sabía qué había podido suceder y que preguntaría a los jugadores. Han transcurrido veinte días desde entonces y sigue sin saberlo. Ayer sólo acertó a farfullar que a Cannavaro le sale todo mal y que algunos hombres no están, que debe ser el título de la continuación de Algunos hombres buenos sólo que, en esta ocasión, sin la presencia de Tom Cruise. Michel se soltó la lengua tras el varapalo del último partido de 2006 y afirmó tajantemente que había mucha gente que ya estaba pensando en las vacaciones de Navidad. ¿En qué estarían pensando ayer? No lo hago para desanimarles pero, según salió publicado en el BOE del pasado 10 de noviembre, sólo hay nueve festivos comunes a toda España, y para el próximo, que será el viernes santo, hay que esperar todavía hasta el 6 de abril. Quedan, pues, tres largos, insufribles e inacabables meses por delante. ¿Qué tal si los pasamos en un Dunkin Donuts? Creo que han sacado un bollo nuevo con almendras que está riquísimo.