François Terbeen escribió en 1974 un librito titulado Merckx-Ocaña, duel au sommet. Aún hoy, más de treinta años después de haber colgado la bicicleta, cuando al belga le piden que diga quién fue su rival más duro, el más incómodo y peleón, el Caníbal responde sin dudarlo que Luis Ocaña. Los aficionados llegaron a odiar a esta máquina de ganar carreras (525 de las 1582 en las que participó, una de cada tres aproximadamente) y el pelotón llegó a mirar a Ocaña con cierto recelo porque pensaba que Luis era el único capaz de azuzar a aquella pantera de Brabante. El conquense no sólo aguantaba el ritmo brutal que imponía Merckx sino que luego era capaz de atacarle en las subidas. Ocaña no tuvo demasiada suerte. Hace 16 años que Luis decidió quitarse la vida y, como decía antes, más de treinta desde que Eddy colgó la bicicleta, pero aquel hombre capaz de competir con su propia sombra aún no le ha olvidado; ni nosotros tampoco. Ninguno de aquellos duelistas en la cumbre pidió jamás perdón por hacer su trabajo.
Todos, desde Bruyneel hasta Riis pasando por Jalabert, han dicho que Alberto Contador hizo bien al no esperar a Andy Schleck y aprovecharse del estajanovista trabajo de Samu Sánchez para arrebetarle el liderato al luxemburgués. Todos, incluído el mismísimo Bernard Hinault, coinciden en afirmar que el madrileño actuó como debía, como un profesional, como uno de los ciclistas mejor pagados del mundo. Porque esto no es cicloturismo y, aún así, pese a que las casas comerciales invierten mucho dinero en fichar a sus estrellas en un momento económico delicado, el pelotón, en el que estaba por supuesto incluído Alberto, esperó en Spa a que los hermanos Schleck se reincorporaran a la carrera tras una caída que les había costado la friolera de 4 minutos de desventaja... ¿cabe mayor muestra de fair play que esa?...
Todos dicen que Alberto hizo bien, pero Contador decidió pedir perdón anoche. Él sabrá por qué. Hubo quien, profundo desconocedor del ciclismo o harto de que siempre gane el mismo, abucheó al español cuando subió a lo más alto del podio. Todos han dado el visto bueno a la actuación de Contador, nadie observa en su comportamiento ni el más mínimo rastro de juego sucio, todos le apoyan... salvo Lance Armstrong. Este Armstrong es, por cierto, el mismo que bajando allá por 2003 el puerto de La Rochette junto a Joseba Beloki y tras comprobar cómo el guipuzcoano, a quien sacaba 40 segundos en la clasificación general, perdía el control de la bicicleta y sufría una gravísima caída en la que se rompió el fémur, el codo y la muñeca derecha, maniobró, fue a parar a un atajo campo a través, regresó a la carretera y tiró para adelante. A Schelck se le salió la cadena pero Beloki pudo haberse matado perfectamente, y sin embargo es Armstrong quien hoy dice que Contador no hizo lo correcto. A Tours e hipocresía no le gana nadie desde luego. Si alguien jugó sucio entonces fue él. Si alguien jugó sucio con Alberto la temporada pasada fue él. Es Armstrong quien debe pedir perdón y no Contador.