Los tiradores, como los goleadores, están subidos siempre a un tobogán que se llama racha. A los mejores tiradores (de los que yo recuerdo en el baloncesto europeo, Brian Jackson aquí y Oscar Becerra Schmidt por todos sitios) y a los mejores goleadores (hasta Cristiano, Hugo Sánchez es el mejor que yo he visto en acción) se les nota menos, pero a lo largo de una temporada también tienen sus crisis de juego. El acabose de un tirador de élite es ponerse a pensar en que puede fallar antes de armar el brazo, y eso es lo que le está ocurriendo ahora mismo, justo cuando más le necesita su equipo, a Jaycee Carroll, un tirador excepcional que la mete cuando no piensa y la falla si nada más recibir el balón no lanza a canasta. No sé si funcionaba o no pero dicen que a los tiradores yugoslavos les obligaban a fallar adrede durante los entrenamientos para que así perdieran el miedo a no anotar en los partidos de verdad: si tomamos como ejemplo al pequeño de los Petrovic está claro que el sistema funcionaba, aunque no creo que Drazen tirara nunca a fallar ni por orden expresa del entrenador.
El acierto de Pablo Laso en el partido de ayer contra el Caja Laboral consistió precisamente en convencerse a sí mismo de que su francotirador número uno no está bien y, haciendo de la necesidad de una realidad amarga una virtud probablemente muchas veces ensayada, poner a jugar juntos a los Sergios, Rodríguez y Llull. El otro acierto (gracias al cual el Madrid se cobró por cierto un botín largamente deseado pero bastante inesperado) resultó mucho menos "improvisado" y puntual y ha consistido en otorgarle a Novica Velickovic la confianza necesaria para que pueda demostrar que sigue siendo aquella perla procedente del mítico Partizán de Belgrado. Cuando el Real estaba perdido aparecieron Rodríguez y Velickovic; Llull no, Llull está siempre. Como Reyes.
Habrá quinto partido porque los errores arbitrales del tercer encuentro así lo han decidido y no porque el Real Madrid se haya merecido llegar a este agónico final. Se jugará el encuentro y se ganará o se perderá, pero la lección que la sección de baloncesto de este club de fútbol debe extraer de cara al futuro es que quien pega primero lo hace dos veces. Querejeta pegó tras el 1-1 del segundo encuentro y ayer volvió a hacerlo Lampe tras el 2-2 del cuarto; y que conste en acta que yo prefiero mil veces que no se hable jamás y bajo ninguna circunstancia de los colegiados antes que asistir a este lamentable juego de dimes y diretes, pero a continuación añado que quien abrió la espita de la caja de los truenos fue el mandamás del Caja Laboral y que, si en el futuro el planteamiento va a ser el mismo, el Real Madrid no puede ser seguidista de lo que hagan sus competidores sino, salvo que la ACB aclare las reglas, iniciador de la pelea. Porque a mí nadie podrá quitarme de la cabeza que los colegiados tuvieron presente en el tercer partido la salida de pata de banco de Querejeta tras el segundo. Y, para eso, es preferible que pegue el Real Madrid primero.