No seré yo, humilde plumilla, quien vaya a enmendarle ahora la plana a un profesional de la cosa esta del fútbol, pero lo cierto y verdad es que si el Real Madrid tiene muchos puntos débiles, que a buen seguro los tendrá, Unai Emery no fue capaz de localizar ni uno sólo de ellos. Y eso que uno de sus tradicionales puntos sólidos, el inigualable Casillas, el hombre que nunca falla, el portero que ha sujetado tantas y tantas veces a los merengues con sus manos, salió a por uvas en el gol de Villa y cantó Don Carlo en el de Joaquín, dándole al equipo del guipuzcoano unas botellas de oxígeno de las que carecía absolutamente. Los inesperados fallos de Iker resucitaron a un Valencia muy inferior al Real desde el minuto 5 de partido, justo hasta el preciso instante en que en Lass y Alonso se hicieron dueños del centro del campo y empezaron a repartir juego. Los goles del Valencia fueron un espejismo, al igual que el marcador final: a nadie hubiera extrañado que el Madrid ganara por 0-4.
El de ayer fue el mejor partido del Real Madrid en lo que llevamos de temporada, y lo mejor de todo es que vino precedido por el disputado en Marsella, acaso el segundo mejor. Esto significa que el Real Madrid va mejorando; lo contrario, teniendo en cuenta los jugadores con los que cuenta Pellegrini, constituiría uno de los arcanos de la historia del deporte mundial. Por cierto que el Madrid jugó soberbiamente en Mestalla, y lo hizo paradójicamente como el entrenador chileno afirma que no le gusta a la grada del Bernabéu: tocando, "asociándose" (palabra que no me gusta demasiado pero que refleja bastante fielmente lo que quiero decir) y con paciencia. El mejor partido del Real Madrid fue también el mejor partido de Benzema, liberado de sus ataduras casi al mismo tiempo que Españeta, y al show se sumaron Van der Vaart, Higuaín y hasta el mismísimo Marcelo. Pellegrini le ganó ampliamente la partida a Emery, previsible hasta el insulto con eso de buscar rápidamente a Villa, Mata o Pablo.
La victoria del Madrid, lograda en uno de esos campos considerados por todos como teóricamente difíciles, demuestra que en España hay dos Ligas: una la van a disputar el Barcelona, que ganó por la mínima y gracias a un "penaltito", y el Real Madrid, y por la otra lucharán los otros. Está visto que ni Sevilla ni Valencia son capaces de aguantar el arreón, mientras que Mallorca o Deportivo, que están protagonizando un campeonato excepcional, no creo que hayan pensado nunca en hacerle la competencia a los dos grandes. El Real Madrid gana tres puntos y almacena de paso en su despensa, ahora que se acerca la Navidad, una cantidad estimable de autoestima puesto que se demuestra a sí mismo que es capaz de jugar muy bien al fútbol sin Kaká y Cristiano, ese jugador del que había tanta dependencia, en el equipo. Es posible que para cuando Unai encuentre los puntos débiles del Madrid, el Valencia se encuentre a una distancia insalvable y se haya disparado en la clasificación general.
Posdata: En algo sí debo darles la razón a Laporta y a Guardiola; ya se habrían tomado más interés las autoridades en organizarle al equipo un vuelo sin escalas si quien fuera a disputar el Mundialito de clubes fuera "el otro"... ¡Sólo faltaría que a estas alturas, y nunca mejor dicho, Real Madrid y Barcelona fueran igual de importantes!