Una conversación informal captada por las cámaras de televisión entre Florentino Pérez y Lucía Figar, consejera de Educación y Deporte de la Comunidad de Madrid, a propósito de los derechos de denominación comercial del estadio Santiago Bernabéu (los naming rights) ha servido para que los augures de lo que va a ir mal utilicen otra vez al club blanco como muñeco del pim, pam, pum. Iba a ir mal la nueva Ciudad Deportiva, iban a ir mal las primeras concentraciones del equipo fuera de España, iban a ir mal los fichajes de Figo, Zidane, Beckham, Cristiano, Bale y, más recientemente, el de James, y ahora va a ir mal la reforma del estadio Santiago Bernabéu, al que ya contemplan casi 60 años, y el cambio del nombre, que en realidad no será tal.
Lo primero que conviene decir es que la conversación entre el presidente del Real Madrid y la señora Figar no aporta, pese al revuelo artificial generado, ninguna novedad relevante al respecto. En la asamblea celebrada el pasado 21 de septiembre, Florentino Pérez ya trasladó a los socios allí presentes que pretendía financiar el coste de la reforma del estadio mediante el cambio del nombre del mismo a través de la asociación con un patrocinador. Del tono (coloquial, por supuesto) empleado por Pérez con Figar ("Vamos a poner IPIC Bernabéu o lo que quieran ellos, o Cepsa Bernabéu") los augures de lo que va a ir mal han querido interpretar que al presidente del club le daba más o menos lo mismo ocho que ochenta cuando no es así.
A International Petroleum Investment Company, propietario al cien por cien de Cepsa, no se le ocurriría proponerle jamás al presidente madridista que el estadio pasase a llamarse, por ejemplo, Mickey Mouse, que en cierto modo es lo que algunos han querido vender reduciendo aquella conversación al absurdo. IPIC, dueño de la Compañía Española de Petróleos, realizará una inversión millonaria para que el estadio de fútbol más emblemático del mundo y uno de los recintos deportivos más conocidos y visitados lleve su nombre y éste luzca en los cinco Continentes. En realidad, si nos paramos un segundo a pensar, las opciones son dos: IPIC o Cepsa, no hay más. Y a eso era por supuesto a lo que se refería Florentino Pérez con aquel "lo que quieran ellos". Salvo, claro, que en el último minuto IPIC decidiera pagar... para que apareciera el nombre de la competencia. Descabellado, ¿verdad?...