Colabora


El penúltimo raulista vivo

Por qué Lissavetzky me amarga el día

Hasta en su corralito de la Ser le tienen ya tomada la medida al químico inane: "¡tiene usted que pedir un despacho más grande para que le quepan todas la fotografías!". Oigo decir a nuestro pavo real desplumado, curiosamente el único representante político español presente hoy en París cuando en el resto de competiciones hay zancadillas para salir abrazado al deportista de turno, eso de que el ciclismo va saliendo poco a poco a flote y se me pone la carne de gallina. Si el secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte ha de ser el Dan Defensor del ciclismo español lo mejor será que apaguemos y nos vayamos con viento fresco. El triunfo de Carlos Sastre, que aparecía tímidamente en las quinielas por detrás de Alejandro Valverde, en la presente edición del Tour de Francia, debería ser un motivo de alegría tan grande que lograra eclipsarlo todo, pero no es el caso.

Hoy, no sería capaz de explicar bien por qué, cuando acababan de sonar en París los acordes del himno nacional de mi país por tercer año consecutivo, tras asistir al éxito ejemplar de un deportista de los pies a la cabeza y después de contemplar cómo Oscar Freire, nuestro triple campeón mundial, conseguía también acabar la carrera como el ciclista más regular del pelotón, me vino a la memoria otro Oscar, éste apellidado Sevilla, un chico con cara de pillo y piernas de acero que tenía un enorme futuro deportivo por delante, un futuro alegre que se convirtió en pasado lúgubre después de que su nombre, filtrado por el arte de birli birloque, apareciera relacionado con la chapucera Operación Puerto. ¿Qué habrá sido de este chaval?... Me acabo de enterar de que en el mes de febrero firmó por una temporada con el Rock & Republic, un equipo estadounidense de tercera división, y que hasta entonces, después de protagonizar alguna victoria importante, iba dando tumbos deportivos por ahí.

En enero, Sevilla, harto de estar harto, atado de pies y manos y sin poder defender su buen nombre, declaraba que pretendían verle fuera del mapa y que, sólo en el transcurso de 2007, había pasado sin mancha cerca de cuarenta controles de dopaje. El 12 de marzo del año pasado, el juez declaró inocentes a todos los implicados, al no haber cargos penales contra ellos de acuerdo con la ley española. Pero Lissavetzky, el político por antonomasia, un superviviente nato, el pavo real que, si no fuera porque resulta demasiado empalagoso incluso para él, seguro que no tendría problema alguno en pedir un despacho más grande para almacenar todas y cada una de las fotografías dedicadas por Alonso, Nadal, Gasol, Pedrosa y compañía, sigue mientras tanto ahí, inasequible al desaliento. Tengo conocimiento de al menos treinta y siete ciclistas profesionales que también arden en deseos de sacarle una instantánea a él. Con flash, por supuesto.

Temas

Lo más popular

  1. Vídeo: Álvarez de Toledo vuelve a arrollar a Bolaños, el "ministro gutural" del "ultra, ultra, facha, facha"
  2. Campaña de bulos contra Federico Jiménez Losantos a cuenta de la muerte de Marisa Paredes
  3. Vídeo: Bolaños pierde la compostura en el Congreso
  4. Begoña Gómez declara por primera vez ante Peinado y culpa a la Complutense: ella actuó "sin ánimo de lucro"
  5. Raphael, ingresado en el hospital tras sufrir un accidente cerebrovascular grabando el programa de Broncano

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario