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El penúltimo raulista vivo

Plañideras del Atleti

<span>EFE</span>

Hace un par de días, en una de estas comparecencias de Carlos Velasco Carballo, director del Comité Técnico de Árbitros, que seguro que están cargadas de buenos sentimientos y de un intento de acercar el mundo arbitral a los aficionados pero que no sirven absolutamente para nada más que para avivar más si cabe la polémica, surgió una pregunta acerca de una jugada en concreto que afectó a un futbolista del Atlético de Madrid, Lemar, en el partido que enfrentó a su equipo con el Villarreal: el colegiado pita falta, el VAR le llama porque piensa que hay que mostrarle cartulina roja, el árbitro revisa la jugada y finalmente decide sacar tarjeta amarilla en contra de la opinión de sus compañeros. Y lo que, a propósito de esa jugada, dice Velasco Carballo es exactamente esto: "Nosotros tenemos que analizar, como Comité Técnico de Árbitros, quién pensamos que ha tomado la decisión correcta. Nosotros hacemos ese análisis, debatimos con nuestro equipo y decimos chicos, para nosotros esto es roja y este es el criterio a seguir". Resulta que Carlos Velasco, que siempre ha sostenido que él nunca va a hablar de jugadas concretas, lo hace, habla de una jugada concreta. Su explicación es didáctica, yo creo que él pretende darnos herramientas a todos para que, en el futuro, juzguemos una jugada similar a la de Lemar con mayor conocimiento de causa, pero, sin embargo, es cierto que, aún siendo buena su intención, el jefe de los árbitros rompe su propia norma de no referirse nunca a jugadas concretas.

Esta declaración de Carlos Velasco se produce a mediodía y, en vista del revuelo organizado, que incluye por supuesto el comunicado de algún club pidiendo coherencia, el Comité Técnico de Árbitros salta a la palestra para explicar que Velasco no se ha explicado bien y que él no estaba hablando de la jugada de Lemar en concreto sino que la estaba utilizando para explicar que, en opinión del Comité, en ese caso el VAR estaba en lo cierto y el árbitro de campo estaba equivocado. Si para algo podrían valer en el futuro las comparecencias de Carlos Velasco es precisamente para eso, para hablar de jugadas concretas, pero también entiendo que no lo haga justamente por todo lo que ha sucedido después, que ha sido lamentable. Velasco explica por tierra, mar y aire y a quien lo quiera escuchar que él no estaba por supuesto hablando de Lemar o del Atleti, que no era esa su intención y que lo único que pretendía era poner como ejemplo esa jugada para explicarnos qué piensa y por qué el Comité Técnico de Árbitros creía que era roja. Pero, ¿a quién le importa la verdad? Está sobrevalorada. Nuestra Liga es un contínuo fake news.

Yo creo que las comparecencias de Velasco Carballo son inútiles. Ha tenido ya como cinco o seis y seguimos sin saber cuándo se pita mano y cuándo no y cuándo debe intervenir el VAR y cuándo y por qué no debe hacerlo. Pero entendería que no volviera a comparecer nunca más, o sea entendería que Carlos Velasco hiciera un Victoriano, porque no queremos aprender, no, lo que queremos es que nos den la razón. Tampoco queremos tener la razón, no, para nada, sólo queremos que nos la den. Y porque, además, pretendemos utilizar lo que ha sido un error, eso es cierto, en nuestro beneficio propio. Un día después de la metedura de pata de Velasco Carballo a mediodía y su intento de sacarla durante toda la tarde y la noche, aparece el consejero delegado del Atlético de Madrid, Miguel Angel Gil, indignado porque cree que lo dicho por Carlos Velasco condiciona las decisiones de los árbitros. Yo creo que, en el fondo, Gil sabe que Velasco Carballo no ha pretendido en absoluto eso pero como le han dado una buenas cartas y tiene treinta y una de mano, él decide jugarlas, y no en aras de la verdad, no, sino en beneficio del Atlético de Madrid, que paradójicamente fue el grandísimo beneficiado por la decisión del colegiado de no sacar cartulina roja a Lemar.

Y eso (a la reacción de Gil me refiero) me parece bastante más repugnante que lo de Velasco Carballo. Si alguien tiene la intención de condicionar a los colegiados no es el presidente del Comité Técnico de Árbitros, que es evidente que es incoherente pero noble y un pelín inocente, sino el consejero delegado del Atlético de Madrid. Si el Atleti fuera el de hace un mes y si tuviera una distancia de 10 puntos con respecto a sus perseguidores y estos estuvieran jugando regular tirando a mal, seguramente Gil no habría salido, pero el caso es que este domingo Atlético de Madrid y Real Madrid, que está a 5 puntos del líder, juegan en el Wanda y, en caso de victoria merengue y si el Barcelona le gana a Osasuna, Barcelona y Real Madrid se colocan a 2 puntos del Atleti con 36 todavía en juego. Miguel Ángel Gil sí que quiere condicionar.

Si a Gil le importara de verdad que no se condicionara a los árbitros, si fuera eso lo que le importara y no condicionarlos él mismo utilizando en su favor un error por candidez, en junio de 2015 le habría recriminado a su entrenador que dijera algo muchísimo más grave de lo que dijo el otro día Velasco Carballo; el 9 de junio de aquel año Simeone afirmó sin despeinarse (no sé si por aquel entonces ya se había hecho el injerto) que la Liga estaba peligrosamente preparada para el Real Madrid. Gil no salió. Tampoco Cerezo. Ni, por cierto, salieron ninguno de los perioatléticos que hoy se rasgan las vestiduras como auténticas plañideras. Por no salir, ni siquiera salió nadie del Real Madrid. La reacción de Gil tiene un nombre: jindama, o sea, y según el diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares, que es el mejor, miedo. A Gil le ha entrado la jindama, la jinda, el miedo, el temor, el pavor. Gil, como su entrenador, tiene un miedo atroz a perder una Liga que sujetaba con ambas manos y que ya no ve tan clara. Y, naturalmente, al repartir las cartas, y sin querer, Carlos Velasco Carballo le dio el otro día al consejero delegado del Atleti tres reyes y un pito cuando éste era mano: ¡A jugar!

Imaginaos que el resto hiciera lo mismo. Imaginaos que los responsables del Real Madrid salieran ahora a decir que las palabras de Gil Marían acusando al Comité Técnico de Árbitros de condicionar a los árbitros han condicionado a su vez al Comité Técnico de Árbitros para que acabe designando a Alejandro Hernández Hernández para la final del domingo que viene. Lo de H.H. con el Real Madrid es un expediente X: en un Real Madrid, 2 - Barcelona, 3 no señaló un clarísimo penalti de Umtiti a Cristiano; en un Real Madrid, 1 - Levante, 1 hizo lo propio con otro penalti clarísimo cometido sobre otro Hernández, Theo; en un Girona, 2 - Real Madrid, 1 no vio una mano de Aday sobre la línea de gol que vio todo el campo y luego concedió un gol ilegal de Portu; en un Barcelona, 2 - Real Madrid, 2, el árbitro obvió una falta de Suárez sobre Varane en la jugada del segundo gol azulgrana y se zampó una doble zancadilla de Jordi Alba sobre Marcelo... Podría seguir pero ahí me paro. Hernández Hernández abajo y González González arriba: ¿Alguien del Real Madrid podría pensar que le mandan al matadero porque Gil condicionó ayer al Comité Técnico de Árbitros? Seguro que alguien lo piensa en el Bernabéu peroestaría por asegurar que nadie va a salir a decirlo y yo a eso le llamo coherencia. Y clase. La que no tuvo ayer Miguel Ángel Gil. La que no tienen esos perioatléticos que dicen que no hablan de los árbitros pero hablan. Jindama. Canguelo. Y la falta de costumbre, quizás. Plañideras del Atleti, en suma.

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