La prueba más palpable de que no se ha explicado bien (puede que porque no tenga explicación posible) la concesión del premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2012 a Iker Casillas y a Xavi Hernández es que cada cual la ha utilizado para sus propias reivindicaciones personales. Así por ejemplo, Gerard Piqué decía vía twitter que no entendía que su compañero Carlos Puyol no recogiera también el premio, Saúl Craviotto le contestaba a través de idéntica red social que él no entendía que lo recogiera un futbolista cuando en 2010 se había premiado a la selección nacional y David Cal, que ha ganado cinco medallas olímpicas, seguía esperando, y Vicente del Bosque aprovechaba para arrojar la piedra ética escondiendo al tiempo la mano estética. No me cabe la menor duda de que la candidatura de Cal propuesta por Craviotto habría superado todos y cada uno de los tests de estrés a los que hubiera sido sometida.
Es difícil de explicar, como ya dije ayer, la concesión de un premio de estas características a una pareja de deportistas que acaban de ser galardonados hace dos años por un jurado muy similar al actual como miembros de un colectivo. Y estoy en parte de acuerdo con Piqué: si algún jugador culé se merecía sin duda alguna acompañar a Iker en la recepción del Príncipe de Asturias de la Concordia, que no de los Deportes por los motivos anteriormente expuestos, ése era indudablemente Puyol y no Xavi, que lo único que ha hecho ha sido tratar de apagar el fuego con gasolina; Piqué echa de menos a Puyol pero, y ahí está su lectura ventajista, no echa por supuesto de más a Xavi, probablemente porque él ha sido tan incendiario o más que su compañero de equipo.
En cuanto a Del Bosque, y puesto que todo el mundo interpreta que el motivo del premio a Casillas-Hernández no es otro que su estrecha (y falsa) colaboración a la hora de rebajar la tensión entre Real Madrid y Barcelona y no por sus brillantes (y ciertas) trayectorias deportivas, al valorarlo como un "reconocimiento a la ética" es probable que alguien deduzca rápidamente que hay quien no se comporta con la imprescindible deontología profesional, y de ahí a identificar a José Mourinho como un amoral futbolístico sólo hay un trecho que siempre habrá quien esté presto a recorrer. Y yo, que daba por él la cara cuando delbosquistas de nuevo cuño iban por ahí sacudiéndole por no tener el conocimiento suficiente para hacerse cargo del banquillo madridista o simplemente ninguneaban y se burlaban de su candidatura al banquillo de la selección nacional, le digo ahora a Vicente que se equivoca al meter a Platón en este lío y llevando tan lejos sus obsesiones. Florentino Pérez erró en su momento al prescindir de sus servicios, sí, pero aquello es la prehistoria. Agua pasada...