El otro día un periobarcelonista se enfadó conmigo por llamarle periobarcelonista y me respondió vía Twitter que él no sabía como definirme a mí. Luego, en ese mismo perfil, aparecía fotografiado al lado de una señorita que decía algo así como "aquí estoy, con un culé", y no pareció tan molesto en ese momento: es posible que a ella tampoco supiera cómo definirla, pero a mí se me ocurre un adjetivo: certera. La señorita en cuestión fue eso, fue muy certera al definir a este periobarcelonista como lo que es, o sea un periodista del Barça. Al instante, y para defender al de su gremio, salieron a defenderle otros periobarcelonistas, uno que colabora con el canal internacional de Real Madrid TV, otro de la Agencia Europa Press, otro de Cuatro, y el de siempre, el de Onda Cero. Ya no recuerdo exactamente lo que decían pero iba, más o menos, en esta dirección: "No te rebajes", "No merece la pena", "Tú tienes mucha más clase que él"... pero ninguno añadió "porque todos sabemos que tú no eres del Barça". Ninguno. Lo correcto habría sido decir "No te rebajes, no merece la pena, tienes más clase y todos sabemos que tú no eres del Barça", pero no lo dijo ni uno. No lo dijo nadie... ¡porque es del Barça!
Este periobarcelonista trabaja en Mundo Deportivo. Y, a propósito del penalti que ayer pitó mister Oliver en el minuto 93 a favor del Real Madrid, ayer se produjo en ese templo de la objetividad periodística, ese auténtico santuario de la deontología profesional, esa capilla de la información, esa catedral de la equidad, una circunstancia realmente extraña y de la que ninguno de los que me saltaron a mí a la yugular por llamar periobarcelonista a un periodista del Barça se hace eco hoy. El corresponsal de esta colegiata de las libertades, el compañero Manuel Bruña, decía a las 23:08 lo siguiente acerca del penalti de Benatia sobre Lucas Vázquez: "Un penalti que lo era porque Benatia arrolló a Lucas Vázquez en la última acción del partido". A la 1:46 minutos de la madrugada, en el artículo del corresponsal de Mundo Deportivo podía leerse sin embargo lo siguiente: "Un penalti más que polémico de Benatia sobre Lucas Vázquez en la última acción del partido"... ¿Qué pasó entre las 23:08 y la 1:46 para que de "un penalti que lo era" se pasase a "un penalti más que polémico?"...
Hay un viejo adagio del mal periodismo que dice eso de "que la realidad no te estropee una buena noticia". La realidad paralela en la que vive desde hace más de 40 años el periobarcelonismo no puede consentir que la realidad les estropee el negoci, y el negoci del otro día estaba en decir que el penalti no lo fue. No voy a juzgar, por supuesto, sólo faltaría, al compañero. El trabajo está muy mal y si para mantenerlo hay que pasar de decir que fue penalti a que fue penalti más que dudoso, pues se pasa. Yo creo que Bruña salvó los muebles con ese "más que dudoso", pero insisto: ¿Qué ocurrió en ese templo de la democracia y la objetividad para que los ojos y los oídos de Mundo Deportivo en Madrid pasaran de ver y oír que era penalti a ver y oír que era un penalti más que dudoso?... Yo fui corresponsal de Mundo Deportivo en Madrid, bien es cierto que durante un tiempo muy breve; coincidí en ese periódico, al que tengo cariño y en el que tengo a buenos amigos, con don Andrés Astruells, que en paz descanse, y don Tomás Guasch, hoy autoproclamado consejero de Deportes de Tabarnia. En aquel Mundo Deportivo de los 90 no habría pasado esto.
No quiero que parezca que me pongo trascendente pero tengo que decirlo: el material esencial para que un periodista, informador o comunicador haga bien su trabajo es la libertad para poder decir lo que a uno le venga en gana dentro de unos límites, por supuesto. A lo largo de 30 años de profesión yo no he sido ajeno a las presiones. En mi caso concreto recibí dos clarísimas, que en 30 años tampoco es un porcentaje muy elevado. Y las dos me las pasé por el forro. No sé cómo está el periodismo deportivo, si bien, mal o regular. Lo que sí sé es que, desafortunadamente para la profesión, hay periodistas que escriben al dictado. Y digo una cosa desde mi experiencia personal: los peores periodistas deportivos son aquellos que fingen ser objetivos cuando no lo son, los que venden liebre pero cuando llegas a casa y abres el paquete te encuentras con el gato. La ventaja que yo, que soy un privilegiado, tengo es que digo lo que quiero cuando quiero. Y la ventaja de lectores, oyentes y telespectadores, y que no había hace 10 años, es que tienen las redes sociales para dar también su opinión sobre todas las cosas.