Sinceramente no creo que Mourinho se tome una Coca Cola con Casillas. Pero no por nada sino porque creo que algunos futbolistas sólo interesan a Mou mientras están a sus órdenes o se enfrenta a ellos. Con otros sí, con otros el portugués mantiene una relación personal que se prolonga a lo largo del tiempo y que poco tiene que ver con el color de la camiseta, pero no creo que Iker esté en ese grupo. Tampoco creo que a Mourinho le haga demasiada gracia ponerse a recordar con nadie sus últimos meses en el club, que fueron realmente desalentadores. Con Álvaro Arbeloa puede. Quizás con Xabi Alonso. Pero con Casillas no, decididamente no. Es un pálpito que tengo. A lo mejor me llevo una sorpresa y les vemos riéndose a mandíbula batiente dentro de un año o dos. Pero para mí sería eso, una sorpresa.
De la rueda de prensa ofrecida por Iker en el transcurso del acto publicitario de una marca coreana de coches, todos, incluso los más fieles, nos hemos quedado instintivamente con el reconocimiento por parte del primer capitán madridista de que su opinión de permanecer en el Real Madrid, al parecer firme a día de hoy, podría volverse quebradiza en el breve plazo de tres meses y en el hipotético caso de que se mantuviera su situación actual, esto es la de su suplencia en Liga: ¿Amenaza? ¿Chantaje?... A Ancelotti ha debido sonarle a algo parecido porque el viernes dijo que se reunirá con él. Pero hubo otro momento, que ha pasado increíblemente de largo, en el que Iker reconoció que la temporada anterior, la de su suplencia original, pudiera haber estado por debajo de su forma habitual.
Casillas dándole la razón a Mourinho y quitándosela a quienes consideraron una suerte de herejía, un ataque a la nación y una provocación que fuera suplente de Adán, primero, y de Diego López más tarde. Curioso. Si un número cada día más creciente de aficionados, muchos de ellos se supone que socios o seguidores del Madrid, comprenderían que Iker se fuera en diciembre o al finalizar la temporada, y si el entrenador del primer equipo, ya sea el anterior o el actual, no están dispuestos a pasar por el aro de imposiciones de nadie, y si además Casillas va a estar pegando pellizquitos de monja constantes, y si algunos periodistas son incapaces de comprender algo tan elemental como que el once titular de un equipo de fútbol lo decide su entrenador, puede que lo mejor sea que Iker se vaya. Para todos. Para él y para el club. Incluso para la selección. Porque tanto pellizco ya raya, que diría un moderno.