Nadie dijo nunca que entrenar al Real Madrid fuera una tarea fácil. Bernd Schuster, por ejemplo, se enfada mucho cuando le recuerdan que en Sevilla perdió a lo Capello, jugando con un doble pivote defensivo y abandonando a su suerte a Guti. No sé qué le pasaría por la cabeza al entrenador alemán este sábado en Sevilla. O, para ser exacto, lo sé porque lo confesó él mismo al final del partido: consciente de que a su equipo aún le falta mucho para jugar al fútbol como él pretende y como le exigirá sin duda el madridismo en cuanto arranque la Liga, Schuster cayó en la enorme tentación de pensar sólo en el partido de vuelta que se disputará en el estadio Santiago Bernabéu. Pero ya le digo desde aquí a Bernardo que la Supercopa de España, o lo que sea que se estén jugando ahora mismo los campeones de Liga y Copa, no es una justificación suficiente para traicionar sus ideas al respecto. A él se le trajo para que jugara bien al fútbol, porque para hacerlo mal ya estaba Capello.
Al menos, Schuster es sincero y reconoce que el equipo sufrirá al comienzo del campeonato. No es fácil salir del atolladero de mediocridad en el que le introdujo su antecesor en el cargo. Esto no es Cambio Radical, esto es fútbol. Vaya por delante que yo sí creo que el Real Madrid, con los futbolistas que tiene en la actualidad (no con todos, desde luego), sí puede jugar bien al fútbol. Pero, sin que sirva desde luego de excusa, habría que reflejar aquí el hecho de que la dirección deportiva –o sea, Pedja Mijatovic, alias Míster Tragaderas– se está tomando su tiempo para traerle al entrenador lo que éste seguramente le pidió hace mucho. Hasta la fecha, el Real ha fichado un portero, dos centrales y un delantero. Estoy seguro de que Schuster pidió dos mesas y Mijatovic le ha comprado tres sillas. Habrá que esperar hasta que la relación entre el entrenador y el director deportivo salte por los aires.
Torres se ha ido al Liverpool por treinta y cinco millones de euros. El Manchester ha fichado a Anderson por treinta y dos. Ribéry, que quería jugar en el Madrid, se marchó al Bayern por veinticinco. Henry llegó al Barça por veinticuatro y Forlán recaló en el Atlético de Madrid por veintiún millones de euros. Sin embargo Schuster, que al final hará jugar bien al fútbol a ese equipo, tiene que vérselas todos los días con el desecho de tienta que recomendó en su momento Capello. Pero el madridismo no tiene por qué ser paciente, ni Schuster debe reclamar tampoco paciencia. El Real Madrid está obligado a jugar bien y a ganar. Para lo otro ya estaba el de antes.