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El penúltimo raulista vivo

"Pachi, sujétame el cubata" y las selecciones vascas

Javier Clemente. | <span>Archivo</span>

Hoy se ha producido una situación de alivio y, para compensarlo, una doble tragedia. El alivio ha venido tras la confirmación de que el filósofo e inútil existencialista Salvador Illa dejaba su vivienda en Madrid, ciudad a la que ha maltratado desde el Ministerio de Sanidad, para continuar haciendo daño, sí, pero ahora en su tierra natal, Cataluña: tanta paz lleves como descanso dejas. La tragedia ha venido por el nombre de su sustituta, la licenciada en Derecho Carolina Darias, y por el de quien releva consecuentemente a ésta, Miquel Iceta, que desempeñará las labores de ministro de la cosa territorial. Iceta es malo, eso está claro, pero si fuera malo y apto el asunto no sería tan terrible, pero lo peor como digo es que es malo e inepto. Lo que lleva a Iceta al Consejo de Ministros no es que sepa más que los demás, no, si acaso sabe menos que el resto; lo que lleva a Iceta ahí es, en primer lugar, que se tomó la papilla de Falconetti sin rechistar, o sea que consintió que el filósofo le relevara como jefe del PSC, y en segundo lugar su presencia ahí responde también a eso que se ha dado en llamar la cuota catalana. Illa era cuota catalana, Iceta es cuota catalana. El valor de Illa era su lugar de nacimiento, La Roca del Vallés, el de Iceta es que vino al mundo en Barcelona. Había que sustituir a un catalán por otro catalán y eso es lo que ha hecho Falconetti. No es mejor ni peor sino que ocupa un sillón en el consejo de ministros porque su madre lo parió en Cataluña.

Nada más llegar al Ministerio, y como Iceta sabe cómo funcionan estas cosas, se ha visto obligado a pronunciar una de esas frases poéticas pero sin contenido real, sin chicha. Ha dicho Iceta que él quiere una España fuerte en su unidad y orgullosa de su diversidad cuando resulta que el nuevo ministro es el padre intelectual de las ocho naciones: ¿Cómo va a ser más fuerte una nación si la partes en ocho? Imposible, ¿verdad? ¿Ocho Españas son más fuertes que una sola? No lo creo. Me he puesto a pensar en la frase hueca del aún más hueco Iceta: "Fuerte en su unidad, orgullosa de su diversidad, fuerte en su unidad, orgullosa en su diversidad". Pero, hasta hace poco, España se sentía unida, nadie recelaba, no había zancadillas y, sin embargo, éramos diversos. Así viene sucediendo desde hace quinientos años: unidos y diversos. En el fútbol pasaba así. La selección nacional española que conquistó la Eurocopa de 1964 estaba unida y era diversa: Iribar, de Zarauz; Rivilla, de Ávila; Olivella, de Barcelona; Calleja, de Valle de Cerrato, en la provincia de Palencia; Zoco, navarro de Garde; Fusté, de Liñola, en Lérida; Amancio, de La Coruña; Pereda, nacido en Medina de Pomar, en Burgos; Marcelino, de Ares, en La Coruña; Suárez, también gallego; Lapetra, maño, de Zaragoza. Un palentino, un navarro, un vasco, dos catalanes, un zaragozano, tres gallegos, un abulense, un palentino... diversos y unidos sin necesidad de que viniera Iceta a motivar a nadie, ya se motivaron ellos solitos.

El problema es ese, la desmotivación. Y a ella ha contribuido, y mucho además, el partido del nuevo ministro. Siempre hemos sido diversos. Un andaluz no tiene nada que ver con un gallego, un madrileño tiene poco que ver con un catalán, un canario poco que ver con un extremeño... Nos unía España, éramos una nación y no ocho, como proclama Iceta, y nadie preguntaba de dónde venía el de al lado. Ayer Pedro Sánchez estuvo reunido en Moncloa con Urkullu, que es el presidente del gobierno vasco. Urkullu pertenece al Partido Nacionalista Vasco, que es un partido político esencialmente antiespañol. El PNV, como Esquerra en Cataluña, lleva años tratando de conseguir que el gobierno central otorgue carta de oficialidad a las selecciones autonómicas porque creen que así será más fácil para ellos la independencia. Pues bien, ayer Sánchez se comprometió con el lehendakari a hablar sobre una oficialidad que, por cierto, la UEFA no permite. En resumidas cuentas, ahora mismo la unidad de España no la defiende el presidente del Gobierno del Reino de España sino un señor eslovaco que se apellida Ceferin y que reside en Nyon. Lo que el madrileño (mal que me pese) Sánchez le quiere dar a Urkullu no se lo va dar un caballero nacido en Liubliana. ¡Qué paradoja!

Y luego está Clemente. Me dicen que lo deje, que no haga caso, que es una momia, que lo único que quiere es un minuto de atención, pero es imposible obviarlo. Yo, en los dos o tres debates que he tenido con Clemente, siempre me he sentido en inferioridad, pero no porque mis argumentos fueran más endebles que los suyos o porque él sea especialmente ingenioso sino porque es un grosero y, como no tiene argumentos, va de Pachi. Sí, sí, va de Pachi. Pachi es el fanfarrón, el matasiete, el fantasma de toda la vida. Yo siempre me he sentido, como digo, en inferioridad de condiciones con él pero porque a mí siempre me han parado: ¡Ojo, que es el gracioso oficial! Hoy, en Radio Marca, "Pachi, sujétame el cubata", ha dicho que él quiere una selección vasca pero que no por eso va a dejar de veranear en Marbella. Como Guardiola o Xavi, y probablemente Piqué, que eso está por ver, Clemente es un independentista de salón porque este caballero fue seleccionador nacional de España entre 1992 y 1998, dirigió a España durante 62 partidos y jamás en la vida dijo que él abogara por una selección vasca oficial. Fue, aceptó el cargo, cobró lo suyo, se benefició del paraguas español, le hicimos famoso y hoy, en Radio Marca, "Pachi, sujétame el cubata" dice que él quiere una selección vasca. Si lo hubiera dicho en 1992 yo creo que ni siquiera a Villar se le hubiera ocurrido ofrecerle el puesto.

Pinta mal la cosa para la unidad en la diversidad, pinta mal. Si en 2020 Falconetti acercó a cárceles del País Vasco a 103 presos de la banda criminal ETA, si el pasado 15 de enero Interior aprobó el acercamiento de Jon Bienzobas Arretxe, condenado como autor del asesinato del presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente; si se acercó a Ignacio Etxeberría Martin, alias Mortadelo, o a Aitor Aguirrebarrena Beldarrain, asesino del funcionario de prisiones Máximo Casado y de dos mujeres guardias civiles, ¿cómo no le van a dar a "Pachi, agárrame el cubata" lo que pide? Siempre nos quedará Europa, no para vacunarnos a tiempo pero sí para esto. Y, al final, lo que tenemos que hacer es rezar todo lo que sepamos a Ceferin. Pongámosle una vela a la UEFA porque en Moncloa ya trabajan en lo de las ocho naciones. Ocho naciones, dieciséis o treinta y dos, pero muy unidas, eso sí.

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