Tampoco hoy pienso perder ni medio segundo de mi tiempo con la jugada de Álvaro Negredo; creo que, como en el caso del "gol fantasma" de Luis Fabiano, el árbitro hizo bien en no concederlo. Al Sevilla no le falló Teixeira sino su propia ambición: jugó en el estadio Santiago Bernabéu como un equipo pequeño, todo lo contrario de lo que cabía esperarse del vigente campeón de la competición. Convendría decir cuanto antes que si el Sevilla no jugará contra el Barcelona el próximo 20 de abril es por su propia incompetencia y acongojamiento puesto que será muy difícil que vuelva a encontrarse con un Real Madrid más pacato que el de ayer; y, pese a ello. habría que añadir que el equipo de Mourinho es un justo finalista si tenemos en cuenta los 180 minutos de la eliminatoria.
Efectivamente, tal y como dice Mourinho, el Real Madrid recupera prestigio volviendo a una final copera. No está en ella desde 2004 y lleva desde el 93 sin ganarla; no es, ni mucho menos, el equipo que más Copas atesora en sus vitrinas, pero sin embargo sí es el que más finales ha jugado, 37 en total. Sigo pensando que la Copa del Rey tiene que ser para los merengues un entrante, un aperitivillo, la víspera de los auténticos premios gordos de la lotería, que siguen siendo Liga y Champions. De mediocre habría que calificar la temporada del Real si al final sólo consiguiera la Copa, pero también es cierto que el mejor club de fútbol del siglo XX no puede despreciar ninguna competición, y mucho menos tirarse siete años sin disputarla. A este Madrid no le falla la ambición sino las fuerzas y, como bien señaló su entrenador, la mentalidad competitiva.
Mourinho tiene ahora 77 días por delante para preparar una final que, además, jugará contra su mayor rival histórico, un equipo que, hoy por hoy, está futbolísticamente por encima. También me gusta oirle a Valdano hablar de "desafío". Para el Madrid debe constituir un reto demostrarle a todo el mundo que sí se puede ganar al equipo que mejor juega ahora mismo al fútbol. Y, si yo fuera Florentino Pérez, elegiría sin dudarlo el Nou Camp como sede de la final. Por cierto que Manolito Adebayor, que aún no se ha pegado con nadie ni se ha ido de farra hasta las cinco de la madrugada quien sabe si para llevarle la contraria a Carlin, ya ha demostrado que va a ser una competencia muy dura para Benzema. Veintiún años llevaban Real Madrid y Barcelona sin encontrarse en una final de Copa. Otro reto para Mourinho.