Lo que se buscaba con la campañita de marras contra Cristiano Ronaldo no era, claro, justicia deportiva. El noventa y nueve por ciento de los periodistas deportivos que conozco no tiene ni puñetera idea de qué dice el reglamento. Lo que se buscaba con Cristiano era volver a manchar nuevamente su imagen y clamar por un castigo lo suficientemente amplio como para que impidiera al 7 del Real Madrid jugar contra el Atlético de Madrid en el estadio Vicente Calderón. Desde Barcelona han hecho sus cuentas y han elegido ese partido, el derbi contra el equipo del Cholo, como el idóneo para recortar distancias; si el Madrid es capaz de ganar a la Real Sociedad y al Sevilla en casa ampliará su distancia a 4 y 7 puntos respecto a Barça y Atleti, y desde la ciudad condal interpretan que si el Real no pierde en el Calderón la Liga se pondrá muy difícil.
Lo primero lo han logrado. Coincidiendo casi en el tiempo con las declaraciones (que han pasado inadvertidas debido a que Cristiano se limpió el escudo de la camiseta que acredita al Real Madrid como campeón del mundo) de Guillermo Marín, asesor de Leo Messi, admitiendo el trasvase de fondos procedentes de supuestos partidos benéficos a paraísos fiscales, han logrado que un simple lance del juego, al que restaron importancia los propios futbolistas del Córdoba implicados, haya pasado durante las últimas 72 horas como un crimen de lesa humanidad que requería la intervención inmediata del Tribunal de la Haya y el consiguiente procesamiento del futbolista. Lo segundo no: Cristiano jugará en el Calderón.
Es habitual que al mejor futbolista del mundo y actual Balón de Oro se le falte en público al respeto por parte de muchos periodistas deportivos. También en privado, doy fe de ello. Y es normal que el chaval haya llegado a la conclusión de que para él resulta muy complicado continuar jugando en España. Lo que, como decía al principio, se buscaba con este linchamiento no era en absoluto que el Comité de Competición dictara justicia sino justo lo contrario, que oficializara una injusticia flagrante (y a las pruebas de jugadas similares me remito) dando vía libre legal y otorgando carta de naturaleza a una persecución que incluye tintes xenófobos y que se retrotae exactamente a junio de 2009, mes y año en los que Cristiano decidió jugar en el Real Madrid. 28-E, otro día negro para el pelotón de fusilamiento.