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El penúltimo raulista vivo

La Novena del viejo Nocioni

Thanasis vino con la primera Euroliga bajo el brazo, Vassilis con la segunda y Dimitris con la tercera. Cada vez que Olympia se quedaba embarazada, su marido, Vasileios Spanoulis, ganaba una Copa de Europa. La primera con el Panathinaikos, las otras dos con su actual equipo, el Olympiacos. Lo que empezó siendo una curiosidad, una broma, acabó convirtiéndose en un presagio hasta el punto que Mundo Deportivo llegó a titular así: "Spanoulis espera un hijo = Olympiacos campeón de Europa". Así que cuando la bellísima Olympia apareció po el Palacio de los Deportes embarazada de su cuarto retoño, que esta vez será una niña, todo el mundo dio enseguida por hecho que Spanoulis conquistaría su cuarta Euroliga. Más aún cuando papá eliminó él solito en semifinales al todopoderoso CSKA de Moscú, que venía a pasearse con su ejército rojo por Madrid, gracias a un ramalazo de postrera genialidad.

Pero los hermanos Angelopoulos, propietarios del club del Pireo, no contaban con el embarazo de Ana, la mujer de Sergio Rodríguez, que también apareció por el Palacio en la gran final. Se estableció entonces un curioso duelo, tanto o más importante que el establecido sobre la pista, entre Olympia, la veterana ganadora de tres Euroligas, y Ana, la rookie. Se notaba un montón que el realizador disfrutaba mostrándonos primero el plano de la griega y, justo a renglón seguido, el contraplano de la española, como si el verdadero partido no lo estuvieran jugando Nocioni, Hunter, Reyes o Printezis sino las mujeres del Chacho y de Spanoulis, como si los triples de Carroll o de Lojeski o las defensas de Petway o Ayón no importaran tanto como la influencia que en el juego pudieran tener los respectivos estados de buena esperanza de la mujer de uno y otro jugador. A Ana, la novata, no la tembló el pulso, y su marido y el resto de maridos que vestían de blanco ganaron la novena Copa de Europa.

Desde luego que no hay nada comparable a este duelo de embarazos, pero si nos decidiéramos a profundizar un poco más en la cuestión, si quisiéramos rascar algo en la trayectoria de este equipo, que venía de perder dos finales seguidas, habría que concluir que el Real Madrid hizo bien manteniendo a Pablo Laso contra el viento y la marea de la infamia, que es el verdadero deporte rey nacional y no el fútbol, y acertó también contratando a Andrés Nocioni, el viejo que llegaba al equipo merengue para llevárselo crudo después de haber esquilmado a la NBA, el tullido que venía a morir en el cementerio de elefantes de la ACB. Todos aprendieron de la derrota, todos; también el club, por supuesto, que dispuso al instante un plan alternativo tras comprobar cómo el showtime que había asombrado al mundo entero no pudo culminar con éxito ante Maccabi y, desmoralizado y groggy, se desplomó ante el Barça en la Liga. Más músculo. Más carácter. Más testiculina.

Laso, a quien se ha ridiculizado hasta el extremo, ha ganado ocho títulos de quince posibles, disputando doce finales. Nunca ha perdido la sonrisa, al contrario, y ha sabido rearmar a su equipo con trabajo después del tremendo varapalo que supone perder dos finales de Euroliga para un club en cuyo diccionario no está la palabra subcampeonato. Ahora, liberado del yugo de la Copa de Europa, es cuando yo creo que el Real Madrid va a poder disfrutar de verdad de un entrenador con mucho recorrido y al que le gusta que sus jugadores disfruten sobre la cancha. A Nocioni le dijeron que le fichaban para esto, que le traían para ganar la Euroliga, y ha cumplido holgadamente con su parte del trato. Todos, desde Llull hasta Rudy pasando por Carroll, Reyes, Rivers y hasta Bourousis, que ha desaparecido misteriosamente, se han merecido ganar veinte años después La Novena. O mucho me equivoco o seguirán llegando más alegrías y vendrán más embarazos. Y, ya sea niño o niña, llegarán con más Euroligas bajo el brazo.

PD: Como nadie hablará esta vez del presupuesto lo haré yo. El del Real Madrid era el tercero de esta Final Four pero de todos es sabido que ese detalle no importa cuando se trata del baloncesto. En el fútbol, sin embargo, sí, en el fútbol es asunto trascendental, pero no así en el baloncesto. La Novena no la ganó el mayor presupuesto sino uno de los menores pero que nadie dude que, aún perdiendo, Pablo Laso nunca habría tenido la ocurrencia de sacar ese asunto a colación.

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