Pedro Pablo Parrado, a quien tanto quiero, se preguntaba todavía anoche en el mítico Goles sobre la idoneidad del fichaje de José Mourinho por el Real Madrid. Y algún capítulo desconocido de la historia del mejor club de fútbol del mundo tiene que estar escapándoseme cuando personas a las que admiro profundamente siguen cuestionándose algo que a mí me resulta tan evidente y tan claro. Por ejemplo, el sambenito del señorío. Hace cuatro o cinco semanas que en el programa de fútbol de los domingos de Televisión Española rescataron las famosas imágenes de la escalofriante entrada de Fernández que partió en dos a Amancio Amaro; me apuesto lo que sea a que si ahora mismo me voy a las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu y pregunto el nombre de jugadores merengues que se hayan caracterizado por su caballerosidad a lo largo de su carrera deportiva, habrá un montón que responderán "Pirri" sin dudarlo.
Pues bien, en aquellas imágenes a las que hacía referencia, Pirri, don José, el doctor, se revolvía enloquecido, fuera de sí, presa de un ataque de cólera, contra el defensa del Granada. Por supuesto que José Martínez era un gentleman, un jugador que defendía el fair play, un futbolista serio y respetuoso con el rival y con los árbitros, un ejemplo en suma; pero Pirri no era un ángel sino un hombre que jugaba al fútbol y defendía unos colores. Creo haber dicho ya en alguna ocasión que ni siquiera el Real Madrid es capaz de resistir su propia imagen reflejada en un espejo, la imagen que otros, algunos con buena intención y algunos con muy mala, se forjaron sobre él. Pero Di Stéfano, Puskas, Gento, Marquitos, Kopa, Amancio, Pirri, Miguel Angel o Camacho, que fueron protagonistas de esas historias que aún hoy se cuentan como si correspondieran a Simbad, nunca fueron precisamente unos ángeles.
El maestro Parrado le preguntaba a Caturla sobre si Mourinho le venía bien al Madrid, que, con todos mis respetos hacia don Eduardo, es lo mismo que si un productor de cine le pregunta al director de Pagafantas por la conveniencia de contratar a David Fincher para su próxima película. Debe ser que el día que dieron Madridismo en clase yo estaba haciendo pellas porque no conozco el nombre de ningún entrenador que encaje tan bien con el club de fútbol que más éxitos ha obtenido que aquel que más triunfos ha logrado en menos tiempo. José Mourinho no es ningún ángel desde luego, pero a él no se le ha ocurrido publicar un cartel con motivo copero que incita claramente a la violencia, ni fue él tampoco quien perdió los papeles el sábado en Mestalla tras el cuarto gol de su equipo. Mourinho sólo es el entrenador de fútbol que lleva 145 partidos consecutivos de Liga sin perder en casa, y ahí reside justamente el quid de la cuestión de esta vomitiva y asquerosa campaña. Haríamos bien en convenir cuanto antes, con objeto de centrar el debate, que ninguno de nosotros somos ángeles y que jamás olió por aquí a romero y a benjuí. Supongo que el cielo podrá esperar.