Hora de hacer balance. Al Real Madrid no le sirve para nada quedar segundo en la Liga, más aún cuando por delante suyo ha quedado por tercer año consecutivo el Barça, pero eso no quiere decir en absoluto que la primera temporada de Mourinho en el banquillo merengue sea despreciable o haya que tirarla al cubo de la basura, más bien al contrario. A mí, como le pasa a Karanka, no me parece baladí que un equipo al que se ha acusado injustificadamente de despreciar el fútbol de ataque o de mercadear con el resultado haya acabado marcando la friolera de 102 goles, quedando a cinco de aquel otro Madrid de los récords de John Benjamin Toshack. Sirva decir que el mejor Fútbol Club Barcelona de la historia según todos los expertos, el equipo de la posesión infinita y que tanto disfruta con el balón en los pies ha marcado cuatro goles menos.

Tampoco me parece irrelevante el hecho de que, a pesar de saberse definitivamente subcampeón, el equipo no haya bajado los brazos hasta el último minuto del último partido, que fue precisamente el de ayer contra el Almería y que acabó con un apabullante 8-1. Eso quiere decir que Mourinho, que captó al instante la filosofía del club de fútbol más grande del mundo, ha sabido también convencer a sus jugadores de que el Real Madrid es el Real Madrid siempre y en cualquier circunstancia, en la final de la Champions, en un partido matemáticamente intrascendente de Liga, en otro aparentemente irrelevante de Copa o en un encuentro a beneficio de las víctimas del terremoto de Lorca. Esas son las cosas que hacen club.

Dejando a un lado la Liga, que para mí es el torneo más importante de todos, el Madrid ha ganado con el técnico portugués una Copa del Rey que llevaba sin conseguir hacía demasiado tiempo y únicamente la polémica actuación arbitral le ha dejado fuera de la final de la Copa de Europa, que jugará el Barça. Cristiano Ronaldo, que ha sido tanto o más zarandeado que su entrenador, ha marcado 41 goles en la Liga demostrando que él tampoco se dejará intimidar. Por lo demás, el club ha definido al fin una línea de comunicación homogénea, ahora se ficha mucho antes y se negocia con discreción y, sobre todo, se sabe quién manda: Florentino Pérez Rodríguez en lo institucional y José Mário dos Santos Mourinho, quien por cierto seguirá en el banquillo para profundo disgusto del director del colegio de Lugano, en lo deportivo. Notable alto.