A esto me refería precisamente cuando ayer dije en un artículo para Marca que con los Neymar teníamos las risas aseguradas: a Piqué colgando en sus redes sociales una fotografía con el brasileño y un escueto mensaje: "Se queda". ¿Se queda? ¿Cómo que se queda? ¿Quién lo dice? ¿Por qué se queda? ¿Porque se lo ha dicho el jugador? ¿Se queda porque es Piqué quien está llevando personalmente las negociaciones con Neymar? Piqué puede negociar con Neymar, ¿pero no debería ser Bartomeu quien anunciara si el futbolista se va al Paris Saint Germain o, tal y como dijo anoche Piqué, se queda? ¿Y si se queda finalmente, por cuánto tiempo más se queda?... Lo dicho: los Neymar, padre e hijo, nos van a regalar días, noches y tardes de muchas risas.
Y por otro lado está lo de Villar, de quien Javier Clemente espera al parecer que siga dirigiendo la federación desde la cárcel de Soto del Real en la que continúa encerrado a estas horas. No ha transcurrido ni siquiera una semana desde que el juez Pedraz decidiera entrar hasta el fondo del asunto y ya empiezan a acumularse las bolsas de basura a las puertas de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas: que si las presiones a los árbitros, que si la compra de votos a cambio de favores, que si el tren de vida anormalmente espectacular de la señora o señorita Claramunt... Vamos, lo normal en realidad cuando, después de casi 30 años de permanecer cerradas a cal y canto, se abren (o echan abajo, por mejor decir) las puertas de una organización tan oscurantista.
Debe ser que el señor Victoriano Sánchez Arminio, uno de los mayores beneficiarios de esta etapa tan negra de nuestro fútbol, no ha debido leerse aún el auto judicial, que es demoledor, porque ha salido diciendo que "ni a un terrorista le tratan como a Villar". Como diría el gran José María García, ni Arminio pudo llegar más alto ni el fútbol español tan bajo. De su dictadura, de la que imagino que empezarán a filtrarse informaciones a partir de ahora, tardará años en recuperarse nuestro fútbol. Por cierto que el otro día leí que a la operación contra el villarato ha contribuido decisivamente la documentación aportada por Jorge Pérez. ¿Desde cuándo tenía en el cajón dicha documentación el señor Pérez? ¿Desde cuándo conocía los tejemanejes de Villar? ¿Saltó cuando le apartaron? ¿Cantó la gallina cuando Padrón le puso la equis?... Insisto: en la federación no puede quedar ni un lapicero que recuerde a Villar.