No recuerdo que Alfredo Relaño dijese el año pasado que el Barcelona no sabía ser feliz por el "capricho" de pedir la final de Copa en el estadio Santiago Bernabéu. Bien al contrario, Toni Freixa fue jaleado y aplaudido cada vez que aparecía en rueda de prensa para explicar aquello de que debería constituir un auténtico honor para el club blanco que su campo acogiera dicha final. No era necesario, claro, que el portavoz culé dijera eso puesto que en el Real Madrid están tan plenamente convencidos del honor que supone albergar una final copera que de hecho en el estadio Santiago Bernabéu ya se han celebrado 33 y en el Camp Nou sólo 3. Por supuesto que Freixa no actuaba como un comando autónomo sino como la simple correa de transmisión de los designios de la junta directiva culé, de forma que cada una de las veces que dijo que no le constaban las obras en el Bernabéu, que fueron muchas, poniendo en duda la palabra de Florentino Pérez, era por mandato expreso de Sandro Rosell, Sandruscu para Laporta.
¿Y qué buscaba Sandruscu?... Pues lo que buscaba Sandruscu era naturalmente hacerle cuanta más pupa al Real Madrid mejor, hurgar hasta el fondo en su herida. Para él no era suficiente con haber eliminado al equipo blanco sino que pretendía dejarle en evidencia, forzarle a decir que "no" para que así apareciesen en escena sus Cantores de Híspalis, que siempre están de guardia, para repetir la vieja y falsa monserga de los valores, la imagen y el chachachá. Que conste en acta que el Real Madrid Club de Fútbol no ha pedido que la final se dispute en el Camp Nou sino en un estadio neutral (eso elimina el Vicente Calderón) y con la capacidad suficiente para acoger al mayor número posible de aficionados de los dos equipos finalistas. Pero de ser yo Florentino Pérez ya habría pedido expresamente a la federación que la final se jugase en el campo del Barça para que así Freixa tuviera que rechazar dicho honor alegando un partido de Liga, el estado del terreno de juego o incluso unas obras en los lavabos.
La culpa es de la federación. Hace un año estábamos hablando más o menos de lo mismo que ahora. En 365 días han sido incapaces de dirigirse al Real Madrid para pedirle formalmente que su campo se convierta en la sede de todas y cada una de las finales coperas, que es lo que parece que quiere todo el mundo. Y para redondear la historia aparece Enrique Cerezo aduciendo otro pacto secreto entre caballeros para exigir que la final se juegue en el estadio Vicente Calderón. Yo creía que se refería a un pacto reciente, uno entre él y Florentino por ejemplo, pero al parecer va por ahí contando que alguien le dijo que escuchó una vez que hace treinta, cuarenta o cincuenta años los presidentes de Real Madrid y Atlético de Madrid llegaron a ese acuerdo. De risa. Es curioso que todos y cada uno de los pactos no escritos entre los dos clubes principales de la capital perjudiquen siempre al mismo.
Lo de la crisis es de traca. ¿Qué tiene de bueno hacer viajar a treinta mil de cada equipo hasta Barcelona?... Supongo que lo que eso tiene de bueno en 2013 es más o menos lo mismo que tenía de bueno en 2012 cuando se hizo viajar a treinta mil a Madrid cuando los finalistas eran Fútbol Club Barcelona y Athletic Club de Bilbao. Si, al pedir un estadio neutral, el Real Madrid no está pensando en sus aficionados porque les obliga a viajar tampoco estaría pensando en sus aficionados el Barcelona cuando pidió que la final se jugase en el Bernabéu, pero en aquella ocasión no se dijo. Por lo demás, la crisis económica de marzo de 2012 era más o menos igual de mala que la crisis de 2013 y eso no evitó que aficionados de Barcelona y Athletic llenaran el estadio Vicente Calderón y pudieran insultar agusto al Rey de España y pitar a todo pulmón el himno nacional. Algo hemos avanzado, sí, porque en la final madrileña, sea ésta donde sea, se respetará al jefe del Estado y se aplaudirá el himno. Avanzamos, sí, pero no por Villar. Ni tampoco por Freixa. O al menos a mí no me consta.