En los salones del Far West solía verse un letrero en el que se pedía que por favor no disparasen al pianista. La clientela de aquellos locales estaba integrada por lo más granado de la sociedad, bandoleros, cazarrecompensas o buscadores de oro, gente que iba allí a satisfacer sus instintos y a la que la música importaba más bien poco; cuando el nivel de alcohol en sangre subía lo suficiente, y de una forma colectiva además, aquello se convertía en una balacera indiscriminada y siempre se acababa escapando una bala que, no se sabía bien cómo ni por qué, terminaba impactando en el pianista, que no tenía absolutamente nada que ver con aquello. Aplicado al 0-3 de anoche en el Bernabéu yo pediría que, por favor, en la medida de lo posible, no disparasen a Vinícius, que tiene poco o nada que ver con la situación que se ha generado en el Real Madrid y que probablemente esté relacionada con el hecho de haber ganado tres Champions consecutivas y cuatro en cinco años.
Ayer, en El Primer Palo, Israel Íñiguez lanzaba al aire una pregunta: ¿Quedaría todo olvidado, el desastre de ayer en la Copa o el mal papel liguero, en el hipotético caso de que estos jugadores fueran capaces de hacer el más difícil todavía, o sea conquistar cuatro Copas de Europa consecutivas? La respuesta a esa pregunta es "sí", todo quedaría efectivamente olvidado puesto que la Champions es, y de largo, el título más codiciado por todos los clubes del fútbol mundial. Por el refrán sabemos que en época de tribulaciones no hay que hacer mudanza, pero ¿qué hacer en época de abundancia? ¿Cuando uno tiene mucho se debe cambiar? ¿Cuando un equipo gana cuatro Copas de Europa debe mudar? Es humano pensar que no, pero también es responsable y juicioso, aunque probablemente impopular, preparar el terreno para lo que vendrá.
Cuando anoche dije en El Chiringuito que estaba orgulloso de los jugadores que acababan de encajar tres goles en el estadio Santiago Bernabéu era porque no encontraba, ni aún encuentro, nada reprochable en su actitud, que fue la mejor durante todo el partido; al Real Madrid, que fue superior al Barça, le faltó lo que otras veces le ha sobrado, la suerte, porque la fortuna no se trabaja y es un factor cambiante. El Madrid jugó mejor, fue superior, tuvo más ocasiones pero no las remató mientras que el Barça disparó dos veces a puerta y marcó tres goles. No hubo nada que reprocharle a los Reguilón, Vinicius o Lucas Vázquez, aunque, como también apuntó ayer acertadamente Dieter Brandau, es posible que en agosto, cuando se estaba planificando la temporada, el plan no fuera exactamente que estos tres futbolistas fueran titularísimos por delante de Marcelo, Bale, Isco o Asensio.
Antes pedía que no dispararan a Vinicius, que es lo que algunos madridistas hicieron anoche vía Twitter, que se ha convertido en una cloaca. Vaciaron sobre él todo el cargador, lo hicieron como suele hacerlo a veces esa afición, con cierta delectación, saboreando el momento, recreándose en el martirio de uno de los suyos; yo no vi ese partido, yo vi a un crío de 18 años intentándolo, aportando mucho talento al fútbol atacante de su equipo, regalando goles cantados a cracks consolidados y fallando otros que quizás debieran haber entrado, y vi a jugadores que tienen cuatro Copas de Europa buscándole a él para que solucionase las carencias. Vinícius es muy bueno y será mejor con el tiempo, ese elemento del que jamás ha andado precisamente sobrado el vigente campeón europeo y mundial. Que le disparen otros, de acuerdo, al fin y al cabo no es su pianista, pero... ¿madridistas en el pelotón de fusilamiento?
Por cierto, la contestación a la soflama independentista de Piqué al final del encuentro, la de la reivindicación del golpismo catalán, no es, a mi modo de ver, la que le dio una candorosa compañera de profesión: "Nosotros somos periodistas deportivos". No es esa, no. Porque, antes que periodistas deportivos, nosotros somos ciudadanos interesados en el bien común y preocupados por el futuro de nuestra nación. Piqué mintió porque, en lo tocante a lo que sucede desde hace tiempo en Cataluña, el defensa del Barça es un mentiroso patológico. Aquí, Gerard, en el Reino de España, no hay políticos presos sino presos que se dedicaron a la política; los hay, por cierto, de casi todos los colores y adscripciones ideológicas. Los tuyos en concreto, Piqué, están siendo juzgados por haberse saltado la ley a la torera y por querer imponer su voluntad por la fuerza a más de la mitad de los catalanes y a la totalidad del pueblo español.
Tú no habías nacido aún pero eso mismo pasó un 23 de febrero de hace 38 años; la democracia española, aún incipiente, reaccionó, apresó a los golpistas, fueron juzgados y cumplieron su condena; nadie negoció con ellos y a ningún deportista de élite se le ocurrió, por supuesto, salir en defensa de Antonio Tejero. Es posible que, de haber triunfado aquel otro golpe, hoy sí hubiera presos políticos en España; y es seguro que tú no podrías haber dicho lo que dijiste anoche. Si tú puedes hablar hoy es porque aquel golpe fracasó y si ahora están siendo juzgados tus amigos es para que a los catalanes que no piensan como tú no les pase lo que a Boadella, Azúa y compañía, que tengan que salir huyendo de la tierra que les vio nacer. Hay tanta democracia, Piqué, y está tan consolidada, que tú, que eres un personaje público de cierta relevancia, puede hacer proselitismo antiespañol sin que te pase nada y sin que nadie te diga a la cara lo que ahora te digo yo: mientes, Piqué, mientes como un bellaco, mientes a sabiendas de que estás mintiendo, eres un mentiroso y un mal español; eres un mal español y un mal catalán y, ya que soy periodista deportivo, te diré que, aunque mentiroso, mal español y peor catalán, eres sin embargo un notable defensa central.