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El penúltimo raulista vivo

El fair play que se predica desde un púlpito

Juan Ignacio Martínez, más conocido en el mundillo del fútbol como Jim, cometió el otro día la inútil indiscreción de decir algo a medias. Preguntado por Neymar, a quien acababa de sufrir en sus propias carnes, el entrenador del Valladolid tiró la piedra y escondió la mano al decir que tenía un grave defecto y al instante exigió su derecho a poder refugiarse en el respeto a su intimidad para no hacerlo del todo público. Mal negocio ése de quedarse a medias porque, con o sin respeto y con o sin aclaración por su parte, todos acabamos deduciendo que Martínez se refería a la excesiva teatralidad del jugador brasileño del Barça y a ese vicio tan culé de fingir que a uno le acaba de partir en dos mitades un relámpago del Catatumbo para así poder sacar tajada de la inopia arbitral y dejar al adversario con diez sobre el campo y expedito por lo tanto el camino hacia la victoria.

El trayecto que, por simple precaución o quién sabe si por temor a que al Valladolid acaben pasándole factura desde las alturas, que de todo hay en la viña de Villar, no se atrevió a recorrer Jim lo completó desde Inglaterra el infatigable Mourinho. Y los palos, como no podía esperarse otra cosa de esta España nuestra tan blandita, han sido para el valiente que llamó pan al pan y vino al vino y no para el timorato que optó por armar el taco y después fugarse en mitad de la pelea. Mou se refirió a una actitud, la de la teatralización, que está haciendo mucho daño al fútbol, y es verdad que dio dos nombres: Neymar y Balotelli, que fue jugador suyo. Curiosamente aquí se han "editado" las declaraciones del técnico del Chelsea para que parezca que no hay distancia capaz de mitigar la obsesión del portugués con el Barcelona, cuando claramente no es así.

Y, como lleva haciendo desde que Allan Simonsen recalara en nuestro fútbol a finales de los años 70, el periobarcelonismo, muy tendente por cierto al melodrama, con tics melancólicos y temor persecutorio, ha salido a la calle en procesión para denunciar la persecución a su chico. Lo que yo le digo humildemente desde aquí a Mourinho es que si le parece que Neymar o Balotelli fingen demasiado debería verse el partido entre el Real Madrid y el Barcelona (si quiere se lo envío yo por correo) correspondiente a la final de la Supercopa de España de baloncesto disputada el sábado. Una maniobra de un jugador llamado Sada, del Barça por supuesto, dejó fuera del partido a Carroll, del Madrid naturalmente. La jugada estuvo a puntito de hacer añicos la final, que hasta ese preciso instante llevaba bien encauzada el equipo de Laso, pero el Real Madrid pudo rehacerse afortunadamente. El sábado el deporte se impuso a la marrullería pero, y a eso es a lo que se refiere Mourinho, en otras ocasiones no ha sido así. El fair play no se predica desde un púlpito, se practica en la cancha.

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