No hace falta ser Hércules Poirot para encontrar una conexión entre las declaraciones de Josean Querejeta (otro que nunca habla de los árbitros) del otro día y la bochornosa actuación de anoche en el Buesa Arena de los señores Martín Bertrán, Pérez Pérez y Araña. Si yo fuera árbitro trataría de que ese tipo de presiones en momentos decisivos de la temporada no me afectaran o, en todo caso, me influyeran pero negativamente de cara al infractor; quiero decir que si yo fuera por ejemplo Bertrán y Querejeta saliera por peteneras poniendo a parir a los árbitros del segundo partido entre el Real Madrid y el Caja Laboral intentaría ser justo y equitativo y, en su defecto, consideraría muy seriamente la opción de que esos insultos (porque lo que hace Querejeta es poner en duda la honorabilidad de los colegiados) penalizaran a quien los ha proferido y no a quien se ha comportado correctamente. Nada de eso sucedió ayer en Vitoria: Querejeta se quejó y Bertrán, Pérez al cuadrado y Araña le cocinaron un arbitraje a su gusto.
Ahora me entero de que Juan Carlos Sánchez respondió a Querejeta pero, con todos mis respetos para el director de la sección de baloncesto merengue, mientras que él es peso pluma en la ACB, el presidente del Caja laboral es un auténtico peso pesado y las declaraciones del bueno de Juan Carlos encontraron un nulo eco mediático. Lo que me conduce directamente a la siguiente conclusión, que resulta terrible: quien tiene el poder lo utiliza en su propio beneficio, lo hace además con total descaro, a la vista de todos, a la luz del día y sin miedo a consecuencias que se sabe que jamás van a producirse. En el play off entre vitorianos y madrileños queda un cuarto partido y, en teoría, un quinto encuentro en Madrid, pero yo iría haciendo las maletas con cierta meticulosidad y cerrando los billetes de avión y la reserva del hotel para Waikiki.
Esto que digo yo aquí debería haberlo expresado anoche Pablo Laso pero no lo hizo o, lo que es bastante peor, se quedó a medias. La excusa del entrenador del Real Madrid es que él no está a la misma altura de Josean Querejeta como si este ex jugador de baloncesto hubiera sido nombrado de repente Duque de Clarence, Lord del Mar, Señor de las Islas y Barón de las Chimbambas; Laso vio lo que vio, porque lo vimos todos, y no parece de recibo que te sacudan un soplamocos que puede apearte perfectamente de aquello por lo que llevas peleando diez meses y tú contestes al palo con la lectura del protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Mourinho no lo habría hecho. Mourinho habría ido a la guerra con armas y bagajes contra el Lord del Mar. Pero suficiente tiene Mourinho con el fútbol para meterse también en los líos de la canasta.