Nunca como ahora he tenido tan meridianamente claro que el Real Madrid Club de Fútbol es objeto de una persecución salvaje, un acorralamiento producto de tantos y tantos años de superioridad sobre el resto, un hostigamiento coordinado desde varios sectores del fútbol nacional e internacional. La operación, llamémosla "Madricidio" por llamarla algo, no tiene el más mínimo rubor a la hora de emplear contra el mejor club del siglo XX aquellas virtudes que, desde fuera, le atribuyen; pero no es por supuesto la admiración la que moviliza a los archienemigos del Madrid sino su inquina más profunda. Si el nivel de exigencia (la imagen, la caballerosidad, la limpieza, la educación, la honorabilidad...) que otros clubes muestran hacia el Real lo mostraran hacia sí mismos, hoy el Madrid seguiría teniendo nueve Copas de Europa, sí, pero el Barcelona tendría seis, el Valencia cuatro, el Sevilla tres y el Athletic dos.
Al madridismo de a pie, y por supuesto al madridismo directivo, únicamente le queda, tal y como yo lo veo, una opción ante esta tesitura, y es la de apoyar sin fisuras a sus jugadores y cuerpo técnico: la reflexión siempre hacia adentro porque, queridos amigos y amigas, no me sorprendería nada encontrarme a estas horas de la mañana con Mourinho en Wikileaks. Del Nido, Pandiani y Juande aprovechan el cartucho del 5-0 para hacer sangre; Gurpegui, el mismo que casi parte en dos a Agüero a cambio de una amarilla, dice que si él hubiera hecho lo mismo que Ramos le habrían castigado en serio, y la UEFA sanciona y pone vigilancia al entrenador merengue por lo mismo que hacen todos y cada uno de los técnicos del fútbol mundial. Faltan por salir Cicinho, Ferguson, Robinho y Clemente, los clásicos.
A Ramos se le exige un halo de santidad del que carecen el resto de defensas. Del 5-0 se burlan hasta los aficionados del Valencia (¿qué se diría de la afición del Madrid en idéntica situación?) que despiden a sus jugadores del entrenamiento con un inmenso cartelón: "0-5, vosotros también podéis". No es, como reseñaba el otro día Florentino Pérez tras el apedreamiento en Barcelona, nada nuevo, pero sí es cierto que Cristiano y Mourinho, que no tienen cuerpo para irse escondiendo por los túneles de Madrid, exaltan aún más los ánimos del personal. Por eso, y porque defiendo firmemente la idea de que Mourinho es el mejor entrenador que tiene el club desde Miguel Muñoz, creo que el Real debe cerrar filas, abstraerse del exterior mediático y deportivo, trabajar, trabajar y trabajar, hacer L.Q.D.M. No les quepa la menor duda de que van a por el Madrid. Unos, como los anteriormente reseñados, por las bravas; otros, como es el caso de Guardiola, con el típico fariseismo santurrón de quien mea La nuit de l'homme de Yves Saint Laurent: él seguro que nunca saldrá en la lista de los más buscados, pero tampoco en la de los más sinceros.