Yo creo que Mourinho y Ancelotti son en el fondo almas gemelas. El primero acabó aquí enfrentado con la mayoría de sus jugadores y, claro, la inmensa mayoría del periodismo deportivo español dio por hecho que era un problema exclusivo del entrenador. Medio siglo exigiendo que en el banquillo blanco se sentara un técnico capaz de poner en su sitio a los jugadores, cincuenta años clamando por la presencia de un entrenador capaz de hablar de tú a tú a las estrellas y, cuando al fin llega, la prensa se pone del lado de los futbolistas. Como en el chiste de Gila: "Ayer salí de casa y me topé con cuatro tíos que estaban golpeando a otro que estaba en el suelo"... "¿Y qué hiciste?"... "Bueno, bueno... ¡Cómo le pusimos entre los cinco!"...
Mou y Ancelotti difieren en las formas pero coinciden en el fondo. Al final del proceso, cuando el portugués se veía con los dos pies fuera del Madrid y se daba a sí mismo por amortizado, no tuvo ningún inconveniente en reconocer que a él le gustaba más López que Casillas. Pero resulta que Ancelotti, que venía a tender puentes y que sí había sido futbolista de élite y por lo tanto conocía el complejísimo comportamiento (léase "egoísimo") de un jugador, ha sonreído, ha enarcado mucho la ceja y... ¡ha sentado a Casillas!... Y si Ancelotti juega con López, ¿no será porque le gusta más el portero gallego? ¿Y no era eso mismo lo que, harto de la pregunta de marras, confesó un día Mourinho provocando la III Guerra Mundial?
Ózil, cuyo padre subió al despacho de Florentino Pérez a las pocas horas de que el Real Madrid cayera eliminado en la Champions, pone caritas cuando le sustituyen... pero Ancelotti enarca la ceja y dice que no será la última vez que eso suceda. Lo mismo sucede con Benzema, nuevamente caritas. Gracias a Dios que Cristiano hoy está un pelín más tranquilo, pero hace un año más o menos que salió diciendo aquello de que no era feliz. Coincidió la infelicidad de Cristiano con el hundimiento del equipo en la Liga. Y por último... Kaká. Me cuentan que cuánta más cera le daba Mourinho al brasileño más sonriente y educado se presentaba éste por las mañanas en el entrenamiento. El pecado de Ancelotti consiste en haberse dado cuenta del percal físico y psicológico del jugador y sentarle en el banquillo, que es donde debe estar. No meto aquí a Di María, que tuvo el otro día veinte minutos fantásticos al saber que llegaba Bale. Y espero a ver qué sucede cuando se recupere Varanne. O no espero: cuando se recupere Varanne, Pepe irá al banquillo. Para que Mou y Ancelotti sean exactamente iguales únicamente falta que el italiano se las tenga tiesas con la prensa. Cuestión de tiempo.