Esto de los modernos pactos de no agresión no hay cristiano que lo entienda. Yo, si fuera Ramón Calderón y pudiera, supiera y tuviera las ganas suficientes para hacerlo, le birlaría al Barça hasta cinco futbolistas: Ronaldinho, Messi, Eto'o, Iniesta y Deco, y no necesariamente por ese orden. ¿Qué es lo peor que te puede pasar, que no te inviten a los coloquios del Fórum Samitier? ¿Que deje de hablarte Joan Laporta? ¡Eso que sales ganando! Si yo fuera Laporta, le quitaba dos jugadores al Madrid para abrir boca: Casillas y Ramos, y necesariamente por ese orden, que el central sevillano está aún por hacer mientras que el portero mostoleño se coció bien cocido en la final de la Copa de Europa del año 2002, aquella en la que le tocó sustituir al simpático César cuando la cosa estaba más emocionante.
Ahora, a raíz de la noticia de Marca sobre el conejito Saviola, ha vuelto a surgir el tema este de los pactos de no agresión entre Real Madrid y Barcelona, cuando resulta que ambos llevan tirándose los platos a la cabeza desde el 53. El conde de Villafuente Bermeja, antecesor con título nobiliario del nefasto Ángel María Villar, decidió precisamente aquel año que catalanes y madrileños compartieran a Di Stéfano por las buenas ya que por las malas no cedía nadie. En Todos los jefes de la Casa Blanca, Ginés Pasamontes cuenta cómo el Barça, tras una reunión que mantuvieron Santiago Bernabéu y Martí Carreto en el restaurante Horcher, renunció a los derechos de la saeta rubia. Y es famosa la frase con la que el directivo azulgrana concluyó aquella velada: "¡Va, para usted el pollo!". El "pollo" ganaría después cinco Copas de Europa, una detrás de otra.
Forma parte de la normalidad institucional que Real Madrid y Barcelona se peleen por los buenos jugadores y que se los quiten cuando sea menester. Florentino Pérez dejó a Joan Gaspart con un palmo de narices después de quitarle a Luis Figo, y más tarde repitió una operación parecida con Beckham. Casi al mismo tiempo que Laporta ganaba sus primeras elecciones después de haberse tirado un mes largo utilizando al inglés como reclamo publicitario, Florentino cerraba la contratación del marido de la pija. La misma noche electoral, en un programa de TV3 emitido en rigurosísimo directo, Laporta le imploró a Florentino que no dijera que el Madrid tenía atado a Beckham. Aquel día, Florentino Pérez tuvo misericordia de su eterno rival. Luego Laporta se rehizo.
No existe pacto de no agresión más efectivo que la cláusula de rescisión de contrato, aunque también es cierto que resulta complicado retener a un futbolista que se encuentra a disgusto en un equipo. No sé si Messi tiene 100, 150 ó 200 millones de euros en su cláusula de rescisión, pero si yo supiera que no está contento en Barcelona, que le gusta más Madrid, que se pirra por el bacalaito de Lavra, el turrón de Casa Mira y el cocido de Lardhy, yo, qué quieren que les diga, iría a por él aún a riesgo de que a Laporta le sentara muy mal y se sintiera agredido. Para fichar jugadores del montón siempre hay tiempo, y el actual Real Madrid es un buen ejemplo de esto que digo. ¡Si hasta llegaron a pelearse por Christian Karembeu, que era un adoquín con piernas!