Ni la mentalidad más perversa y retorcida podría haber imaginado que cuando Tito Vilanova dijo el otro día (respuesta puesta en suertes, por cierto, por una pregunta servida en bandeja de plata) que se podría hacer un vídeo con todas las jugadas de Pepe era porque el Barcelona ya lo había hecho hacía un par de años. Catalunya Radio desveló ayer que, bajo la égida de Pep Guardiola, el club catalán grabó a Pepe con objeto de demostrar que rascaba muy por encima de la media y lograr así desprestigiarle. Esto viene a corroborar lo que vengo sosteniendo en este blog desde tiempos inmemoriales: el antimadridismo colocó adrede el foco en Mourinho, Cristiano y Pepe porque percibía con claridad que podrían convertirse en enemigos de importancia y, por ende, constituirían un obstáculo entre él y su finalidad deportiva.
El hecho no es por supuesto constitutivo de ningún delito y los ojeadores culés pueden perder su tiempo grabando a Pepe alejado del balón o cerca de él, como prefieran. Supongo que si el Barcelona le hubiera pedido a los canales de televisión que transmiten los encuentros esas u otras tomas parecidas de las jugadas de Pepe o de cualquier otro futbolista del Real Madrid con o sin balón se las habrían cedido gustosamente. Pero la acción del Barcelona, que recibió el O.K. del cuerpo técnico más lisonjeado de la historia del fútbol español tanto por sus éxitos sobre el campo como por sus presuntos valores fuera de él, pone negro sobre blanco que la tan cacareada filosofía no es más que un manual de las buenas costumbres de baratillo comprado a toda prisa en uno de estos chinos que están ahora tan de moda. Ya lo dice el refranero español: se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
Lo bueno del "robado" a Pepe desvelado por Catalunya Radio es que descubre la clase de personaje que es verdaderamente Guardiola, muy coincidente por cierto con el que esbozara no hace demasiado tiempo el periodista Salvador Sostres, ex amigo personal del entrenador. Lo bueno de la operación en cuestión, ocultada por el club catalán y descubierta ahora probablemente a raíz de la atrabiliaria rueda de prensa ofrecida el otro día por Vilanova, es que desde el Real Madrid no tienen que mover ni medio músculo de la cara porque Sandro Rosell y compañía se sobran y se bastan para desprestigiarse a sí mismos. El mobbing culé al defensa portugués, acelerado por la acción servil y seguidista del periobarcelonismo, pretendía alcanzar un propósito. Afortunadamente el Real Madrid no picó.