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El penúltimo raulista vivo

Miquel Cardenall: y vuelta la burra al trigo

Anoche nos volvimos locos en El Primer Palo tratando de buscarle en vano una explicación a lo dicho el día anterior por Miquel Cardenall i Carro sobre lo despolitizadísimo que está el Fútbol Club Barcelona: y vuelta la burra al trigo. Como carece totalmente de sentido que, existiendo tantas y tan palpables pruebas justamente de todo lo contrario, o sea de la politización hasta las trancas del club catalán, salga otra vez el máximo responsable del deporte en España a decir todo lo contrario, nos pusimos a teorizar y, lo confieso, acabamos divagando. Yo lo tengo claro: Cardenall piensa que él es muy listo y que los demás somos unos imbéciles de tomo y lomo, y como a tales nos trata, con desprecio, mirándonos por encima del hombro, como si no entendiéramos lo intrincado y complejo de la alta política; pero ya digo que fueron surgiendo otras teorías acerca de las declaraciones que el secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte hizo en su salita preferida, la de la Cadena Ser.

Paul Tenorio, por ejemplo, dijo casi al final de la tertulia que él pensaba que Cardenall estaba prisionero del cargo que ocupa, que es de mucha responsabilidad, y no podía decir lo que él querría decir. Entonces, ¿para qué queremos un secretario de Estado de nada?... Si nuestros representantes no pueden decir lo que quieren decir, ¿qué narices pintan ahí? ¿Habrá que esperar a que Cardenall se libere de las cadenas de su puesto para que, al fin, convertido de nuevo en un ciudadano normal, diga lo que debió decir cuando ocupaba su cargo?... No lo veo nada claro. Ricardo Altable apuntó una teoría que me puso muy nervioso: Cardenall quiere decir una cosa pero luego dice otra. Ojo que ya no estamos hablando de un caso de cinismo o de cobardía sino de algo muchísimo más serio: si Cardenall quiere decir una cosa pero luego dice otra ("sí" en vez de "no", "blanco" en lugar de "negro") está inhabilitado para ocupar cargo público alguno.

Cardenall, como digo, afirmó el 28 por la noche que el Fútbol Club Barcelona no tenía bandera política y que debía "seguir así", y el 29 por la tarde, cuando no habían transcurrido ni siquiera veinticuatro horas, en el Camp Nou se exhibieron de nuevo las esteladas y se pidió a gritos la independencia. Después de decir eso, el máximo responsable del deporte del Reino de España añadió que las visitas de la selección nacional de fútbol tanto al Camp Nou como a San Mamés debían contemplarse "con normalidad"... ¿Normalidad?... Hace veintiocho años que la selección no juega en el campo del Barça y la última vez que lo hizo en el del Athletic fue en 1967; a la situación que vive la selección, rehén en su propio territorio nacional, se le puede añadir cualquier adjetivo salvo "normal", "dícese de lo que se halla en su natural estado"; salvo, por supuesto, que Miquel Cardenall considere de lo más natural que España no juegue dentro de España, que todo es posible.

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