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El penúltimo raulista vivo

Minúsculo Luis Enrique

En enero se supo que el Circo de los Hermanos Ringling, cuyas funciones llevaban representándose la friolera de 146 años, cerraba definitivamente sus puertas por la caída en la venta de entradas y... por la ausencia de elefantes. Es posible que ahora, con la tecnología más puntera al alcance de cualquier crío, el Circo se haya convertido en un espectáculo decimonónico, pero a lo largo del último siglo y medio ha servido de sana diversión a los niños de todo el mundo, de ahí que nunca haya comprendido que alguien emplee el término "circo" de un modo despectivo y mucho menos aún que arroje a su cara la palabra "payaso" para insultarlo. Y eso es precisamente lo que hizo ayer, en su última rueda de prensa como entrenador culé, Luis Enrique, que llegó el primer día faltando al respeto y se marchó el último día ofendiendo a la gente.

El balance deportivo de los tres años que Luis Enrique ha estado al frente del Barça ha sido espectacular: una Copa de Europa, dos Ligas, dos Copas (que hoy podrían ser tres en caso de victoria ante el Alavés), una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y un Mundial de clubes. Es imposible ponerle un "pero" a su trayectoria futbolística, aunque el asturiano se mostró desde el primer momento huraño con todo el mundo, como si la noticia de su fichaje por el Barça le hubiera venido mal, como si tuviera que correr una maratón justo en el preciso instante que Zubizarreta le llamó para ofrecerle el cargo. Hace mucho tiempo que Luis Enrique entró en el Barça como jugador y luego como entrenador, pero el Barça no ha entrado nunca en él. Se va del club como vino, minúsculo y sin entender su grandeza.

A mí no se me ocurriría llamar payaso nunca a nadie, y menos aún a Luis Enrique. Hay que tener mucho arte para ser un buen payaso y Lucho es más triste que el cochero de Drácula. Él, en su amarga despedida, sí sugirió que los periodistas éramos unos payasos. No sé qué ganará o qué dejará de ganar Ernesto Valverde, supongo que teniendo a Messi en tu equipo todo es mucho más fácil, pero seguro que el extremeño supondrá para el equipo catalán una especie de bálsamo de Fierabrás. Valverde es un tipo normal e imagino que aplicará, como hasta ahora, el sentido común a todas sus decisiones, también a la relación con la prensa. Y pronto tendrá Luis Enrique la constatación de que a él no le seguían los periodistas por su inteligencia sino simplemente porque era el entrenador del Barça y a los profesionales de la información no les quedaba más remedio que hacerle preguntas, que él respondía con una pésima educación y con un trato muy desagradable.

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