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El penúltimo raulista vivo

Ministrente y Presidistro

Fiel a su incumplimiento de palabra, José Luis Rodríguez Zapatero decidió ayer, cuatro meses después de habérsela dado en su presencia, quitarle en su ausencia la razón al ex capitán de Copa Davis, el ministrable (desde ahora todo es posible teniendo en cuenta que la guionista de Manolito Gafotas pasa a Cultura) Emilio Sánchez Vicario. Lo cierto y verdad es que cada vez nos queda menos del secre, ¿qué? de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte, ratificado en un puesto sin contenido real y convertido en una especie de public relations cuya misión -ahora sí de carácter oficial- será ponerle al teléfono al presidente a los deportistas que logren algún éxito importante. Del prometido ministerio, cuya puesta en marcha justo ahora, cuando más aprieta la crisis económica, era un auténtico dislate tal y como se comentó aquí mismo en su día, se ha pasado de repente a la asunción por parte del propio Z.P. de todo aquello que haga referencia a la materia deportiva.

Debe ser que la semana pasada el presidente leyó por encima a Lope, llegando a la conclusión de que si el Rey fue el mejor alcalde sería igualmente justo que el jefe de todos los ministros fuera a su vez el mejor ministro del ramo deportivo. En premio a sus correrías por la muralla China, Zapatero está desmontando a Jaime: ¿por qué?... La respuesta a esa pregunta es simple: porque al fondo y a la derecha (o, por mejor decir, al fondo y a la izquierda) se encuentra la posible elección de Madrid como sede de los Juegos de 2016 y el presidente del Gobierno no quiere que nadie le haga sombra en una foto que, de salir, sería políticamente perfecta; sabedor de que si en el PSOE hay algún especialista en coger la posición ese es sin lugar a dudas su secre, ¿qué? de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte, el líder de Nueva Vía ha decidido dejar a Lissavetzky compuesto y sin tren que le conduzca directamente hacia la gloria.

Resulta algo inquietante que, nada más conocer la noticia del aparcamiento del secre, ¿qué? en el limbo del Palacio de La Moncloa, por cuyos largos pasillos supongo que le dejarán corretear en patinete como hacía el niño Danny Torrance en la película El Resplandor, los responsables de la candidatura de Madrid 2016 se hayan apresurado a aplaudir la decisión de Zapatero, del mismo modo que en su día aplaudieron justo la decisión contraria, o sea la puesta en funcionamiento de un ministerio del que ahora no quedan ni las raspas. Aquí el caso es aplaudirlo todo porque el personal le ha visto las orejas al lobpo y se ha dado cuenta de que de la foto pueden irse cayendo todos muy lentamente hasta aparecer reflejados en ella sólo José Luis y Sonsoles. Lissavetzky se las prometía felices. Se veía ya don Jaime a la derecha de Moratinos y a la izquierda de Rubalcaba, pero habrá de esperar mejor ocasión. Zapatero ha tenido una idea y se ha nombrado a sí mismo ministrente, un cruce oportunista entre ministro y presidente.

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